jueves, 14 de agosto de 2025

Investigación desinflada

 Por: Otto Gerardo Salazar Pérez

Docente Facultad Ciencias Humanas y de la Educación.

Grupo de Estudio Da Vinci          

 


Reciente, en el marco de las semanas previas al inicio de clase tuvimos un encuentro con la DGI de Unillanos para hacer un ejercicio de autoayuda y catarsis sobre la investigación en Unillanos. Se organizaron mesas y se nos invito a expresar “cómo nos hacía sentir” los procesos de investigación en Unillanos y después, en plenaria, socializar lo que cada mesa concluyó.

Algo que normalmente ocurre cada año, o cada dos, para revisar y hacer los ajustes a los procesos de investigación en Unillanos. Bueno, “hacer los ajustes”, pese a la reiteración de las quejas, es un decir. Los problemas de investigación, sin solución, son los mismos de hace varios años. Y en cada convocatoria de estas, o por el estilo, se enlistan los mismos problemas. Así por encimita:

1.Alta burocratización del sistema; 2. Sistema discriminatorio que subordina a los docentes ocasionales para la formulación y ejecución de proyectos, perspectiva diferencial y discriminatoria; 3. Moral y entusiasmo de los profesores por el suelo, lo cual los lleva a automarginarse de formular proyectos. 4.Sistemas engorrosos de legalización que traen aparejadas la amenaza. Cetera, cetera.

Esta opinión, para nada, en la expresión de desconocimiento al trabajo de varios docentes investigadores que han logrado vencer el sistema y han formulado y ejecutado proyectos de investigación. Bien por ellos. Pero no es el caso de la mayoría. Y se espera que un sistema funcional se pruebe en el mayor número de casos.

Curioso que un sistema, establecido para la ciencia, soportada en evidencia, empírica, dependa de un factor como la moral y el entusiasmo que en este caso no prende. Abstracciones del humanismo que se relacionan con lo “subjetivo” y los “afectos”, para reconocer el rol fundamental de las “emociones” en la acción humana que pregona H. Matura.

Hace 20 años la Universidad, de la mano de Carlos Enrique Garzón y Alberto Baquero Nariño, en su PDI declaró dos propósitos fundamentales: 1. Lograr la acreditación institucional en alta calidad a 2020 y 2. Convertirse en una universidad investigadora, para superar el modelo “profesionalizante” que predomina. Es decir, buscó el propósito alto de convertir la Universidad en un alto centro de producción de conocimiento, morigerado por la ideología de Ignacio Ellacuría que clamaba en la Universidad del Salvador: “Otras universidades sabrán más que la nuestra; pero no habrá ninguna que sepa más de nuestra realidad.” Ecos que venían del sur, de la Universidad Nacional San Antonio Abad, de Cusco, Perú.

Nuestra alma mater logró el primer fin, y creo que no tuvo en mente -nunca la ha tenido- de manera concreta el segundo objetivo: andar y trillar caminos que consoliden la investigación en toda la Orinoquía, en todas sus áreas de conocimiento. Aupada por el gobierno, el afán ha estado puesto en ampliar la cobertura, crear programas académicos sin respaldo de grupos docentes investigadores.

La redención a la región en la transferencia tecnológica que hizo el IALL elevando el espejo de agua para la producción de proteína económica y accesible mejoró la dieta de los habitantes de la Orinoquia; el asesoramiento a los cultivos de soya, arroz, maíz y otros que lideró el profesor Jorge Ortega, mediada la investigación, impulsó al Departamento del Meta y la región a los primeros renglones de productividad agrícola en el país. La investigación en reproducción bovina era activa y notable en el mejoramiento de especies animales en una Universidad que, siendo más joven y con menos recursos, fue vigorosa en la investigación y transferencia, cuando algún día acarició el sueño de convertirse en el mayor centro de conocimiento de la Orinoquia.

lunes, 21 de julio de 2025

 

Grupo de Estudio Da Vinci

¿Quién piensa la “Universidad”?

 

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez

        Docente Facultad Ciencias Humanas y de la Educación.

       Grupo de Estudio Da Vinci          


 

Según los filósofos la Universidad “es el espacio donde las diversas facultades o estudios generales entran en diálogo para llegar a una comprensión más profunda de lo que es el ser humano, de su sentido en este mundo, de su función en la sociedad y de su fin trascendente”.

Las Universidades surgieron al final del medioevo como comunidades internacionales de hombres de saber que huían al orden feudal y se juntaron en las nacientes urbes europeas a ejercer un rol de ciudadanos y a practicar el conocimiento en modo colectivo, mediante el examen y la discusión. Varías de ellas también nacieron en ámbitos religiosos, como las escuelas catedralicias y episcopales.

Es decir que Universidad, la urbe -hoy ciudad- y el concepto de ciudadanía, contrario a hombres esclavos y en condición de servidumbre, florecieron de un modo concurrente y a un mismo tiempo hacia finales del medioevo junto con las Universidades.

Lo característico de las Universidades, en función de su misión de conocimiento, es que los sujetos de su discurso  son entidades externas, objetos conceptuales o realidades físicas circundantes y no ella misma. Llámese campo de conocimiento, disciplina, objetos de conocimiento, etc., jugados en Facultades y Escuelas. Así, el discurso sobre el que discurre la Universidad a través de sus escuelas y Facultades pueden ser la Pedagogía, la Economía, la Medicina, el Derecho, la Ingenierías y en general todas las ramas del saber. Es su función.

Pero pocas veces, la Universidad piensa en sí misma. No me refiero a los Planes Estratégicos, a las definiciones de su misión, visión y planes de desarrollo y de acción. Varios de estos documentos están jugados en temporalidades y son de un orden rutinario técnico administrativo. Muy pocos estudiantes y docentes, retienen y digieren, por ejemplo, la misión y visión de su escuela, a no ser de tarea en diligencias de acreditación. Aun así, no han provocado una hermeneútica y desciframiento de su sentido. Se asumen más como parte conexa del letrero.

Tampoco a las directrices y planes del gobierno nacional que a través del Ministerio de Educación, amén de la cacareada autonomía universitaria, regula y modula las instituciones de educación superior en términos de calidad y cobertura. Las universidades terminan así siendo un reflejo de la acción de gobierno con fines educativos de manera primordial para surtir y mantener saludable el mercado laboral y los oficios que demanda la sociedad, de manera preponderante ahora, en función del mercado y el consumo. Empiezan a imperar así conceptos como: oferta y demanda académica, punto de equilibrio y otros de una racionalidad de producción, mercadeo y consumo de la educación.

Los ejes misionales de “formar ciudadanos”, con “pensamiento crítico” y con “aprecio por el patrimonio histórico y las expresiones culturales”, quedan relegadas a un segundo plano o sin prioridad. La consolidación de la masa crítica y la excelencia académica no se corresponde con resonancia y reconocimiento de investigaciones que rumian la cotidianidad de un conocimiento de nimiedad y detalle. Que tampoco tienen salida en revistas que prácticamente desaparecieron de la Universidad. En el currículo se derrumban las columnas del humanismo y crece con ansia el afán por promover programas nuevos que satisfagan la demanda de mercado para salirle adelante a los competidores de otros universidades de carácter privado enfocadas en otros valores.

Los claustros académicos y los colegiados; desde el Académico, Consejos de Facultad, Escuelas y de Programa, además del oficio rutinario de gestión, no alumbran el camino mediante la publicación de documentos para precisar alcances y realidades de conceptos como la autonomía universitaria, sentido y fin de la educación superior, calidad de la educación, competencias y los frustrados “resultados de aprendizaje”.

Hace unos años, circularon una miríada de pequeñas publicaciones de grupos entusiastas de profesores de diferentes Facultades y Escuelas que se dieron a la tarea de reflexionar, pensar de manera crítica e intentar estimular una masa crítica en la Universidad que sucumbió a la “formatitis” y desaparecieron del todo. Su objeto de conocimiento y discurso, eran precisamente la Universidad.

Por precariedad, el debate a derivado a la formalización docente y a la consolidación de una planta docente como requisito básico de establecer una comunidad académica que es débil por el vinculo precario de la “ocasionalidad” sistemática y perenne y “la catedra” recurrente como forma de completar el equipo de docentes.

miércoles, 23 de abril de 2025

Tiene sentido celebrar el día del Idioma

 

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez

        Grupo de Estudio Da Vinci

        Docente del Curso Procesos Comunicativos


Solo los países de culto al saber escolástico rinden desmedido tributo a la lengua. Muy pocas naciones tienen “academias de la lengua”, para incienciar y rezar las fórmulas de la corrección y el buen hablar. No me refiero a los institutos de investigación en lenguas, como el Instituto Caro y Cuervo, el Instituto Cervantes, por ejemplo, u otros por el estilo. Se supone que un “instituto” describe, adelante estudios sobre la lengua, investiga, etc., pero no da reglas ni establece normas de escritura y buen hablar, que es la tendencia de las “Academias”, asociaciones de pares de saber caduco que pretender imponer el habla y mantener en cinturón de castidad la dinámica activa y mutante de las lenguas naturales.

Aparte de eso, ¿por qué es preciso celebrar el día del idioma?

En primer lugar, el lenguaje es pre requisito de la existencia de sociedades, de grupos humanos que en la articulación de acciones coordinadas, como dice Maturana, lograr superar su condición de individuos subjetivos para llegar a la condición social intersubjetiva, lo que marca el proceso civilizatoria, colaborativo y de construcción del saber colectivo. No es poca cosa.

Segundo, el idioma esta estrechamente vinculado con nuestra capacidad de pensar. El horizonte de pensamiento de un ser humano es equiparable al desarrollo y consolidación de su lenguaje. Un lenguaje pobre y escasamente desarrollado, se convierte en un pensamiento pobre y escasamente desarrollado. El lenguaje es el repositorio del saber humano, dice Ayakawa.

Tercero, el lenguaje es la base de la expresión, del examen interno, del autoconocimiento, lo cual, en términos de los griegos, del conócete a ti mismo, no es poca cosa.

Cuarto, el lenguaje nos margina o nos permite acceder a recursos y fuentes de poder. Teum Van Dikj, el lingüista holandés, en su Análisis Crítico del Discurso,  ACD, describe cómo el acceso diferenciado a los recursos del lenguaje y el “discurso” nos pone en situación de ventaja o desventaja en el juego social y la persecución de los recursos.

Quinto, el lenguaje tiene expresión en la forma de arte que es la literatura. Fue consuelo, refugio y fuente de transmisión de conocimiento para las primeras sociedades nómadas de la humanidad. Contar historias, narrar, contar, fue la primera forma de comunidad alrededor del fuego para conjurar el miedo, organizar la experiencia y transmitirla a los demás. Por ello celebramos a Cervantes, a García Márquez, a Shakespeare.

No son los únicos factores, otros nuevos se han sumado, muy potentes, de los que habla Lyotard, J. F. en "La condición postmoderna. Informe sobre el saber".

Ubica el lenguaje en el centro del saber y las ciencias de punta: "…desde hace cuarenta años las ciencias y las técnicas llamadas de punta se apoyan en el lenguaje: la fonología y la teorías linguísticas, los problemas de la comunicación y la cibernética, las álgebras modernas y la informática, los ordenardores y sus lenguajes, los problemas de traducción de los lenguajes y la búsqueda de compatibilidades entre lenguajes-máquina, los problemas de la memorización y los bancos de datos, la telemática y la puesta a punto de terminales "inteligentes", la paradojología."

Lyotard sostiene también: "El saber en general no se reduce a la ciencia, ni siquiera al conocimiento". Es apenas una parte y suele desconocer el saber tradicional", (...) "la preeminencia de la forma narrativa en la formulación del saber tradicional". "El relato es la forma por excelencia de ese saber". Ese saber -el científico- se encuentra así aislado de los demás juegos del lenguaje cuya combinación forma el lazo social.

Es así que las Universidades y los centros educativos deberán promover y estimular las formas del discurso narrativo, generador en mayor medida del lazo social, promotor de valores morales, éticos y afectivos para restituir en parte el desbalance que se ha zanjado por una educación formal que privilegia el discurso científico. Objeto central que persigue el Taller de Escritores de la Universidad de los Llanos.

 

martes, 1 de agosto de 2023

Los lenguajes del inconsciente y la Inteligencia Artificial

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez  Grupo de Estudio Da Vinci. Docente del Curso Procesos Comunicativos. Escuela de Humanidades. Facultad Ciencias Humanas y Educación. Unillanos.

Los lenguajes naturales tienen un origen oscuro en la mente del ser humano. Son inexplicables los procesos de su génesis. De pronto la nueva lengua aparece por ahí, circulando en boca de sus hablantes con reglas definidas y valores semánticos atribuidos y negociados en dimensión social que, además, tramita la consciencia individual para expresar, comunicar y conocer la realidad de manera directa o abstracta.

Es decir que, hablando de las lenguas o lenguajes naturales primero aparece el código, y después, mediante su descripción y estudio, se deducen las reglas, se hace evidente la gramática de esa lengua.

No es poca cosa la que está en juego en ellas. Casi lo medular de lo que es ser humano. El proyecto de investigación más ambicioso para develar este misterio lo llevó a cabo Noam Chomsky, el lingüista estadunidense. Su gramática generativa transformacional intentó develar el sustrato universal de todas las lenguas. No lo logró del todo

Con los lenguajes artificiales, como los lenguajes de programación para interactuar con máquinas, sucede todo lo contrario: de manera cuidadosa se elabora el código y se establecen las reglas y después se usan. Es decir, se concibe una gramática y, a partir de ellas, se crea un lenguaje de programación que sirve para comunicar e interactuar con las máquinas.

Estos nuevos lenguajes fueron un dilema para el primer hombre que pensó que los seres humanos podíamos interactuar con una máquina a través de un lenguaje, Alan Turin, el famoso descifrador de código Enigma de la segunda guerra mundial, planteado en su famoso artículo: “Maquinaria computacional e Inteligencia”, (1950). El artículo rompe fuego con la siguiente pregunta: “¿Pueden pensar las máquinas?”

Si como dijimos arriba, una función fundamental de los lenguajes naturales humanos arraigados en el inconsciente es el de generar ciertas condiciones de consciencia en el individuo que le permita conocer, y sus derivados, pensar y especular, ¿bajo qué condiciones, máquinas con extraordinarias capacidades  de almacenamiento de información -memoria-, programadas desde la explicitación de reglas conscientes dictadas por un programador, pueden pensar y especular sin un fondo oscuro de la inconsciencia propio de los seres humanos? ¿Cómo se suplirían aspectos de orden emocional, afectivo, inconsciente propios del ser humano y que hacen parte de nuestro ser en el lenguaje? ¿Qué moralidad en el lenguaje precede a la acción de una máquina inteligente? ¿Qué ética orientará los pasos a partir de la consciencia de la entidad generadora del lenguaje y sus interlocutores? El tipo de consciencia de una máquina de pensar en términos de su propia existencia, ¿cómo se resolverá? ¿En el ateísmo o en el teísmo?

Según el texto que por amabilidad del profesor Dumar Jaramillo recibimos desde el mes de mayo, la “Guía de inicio rápido sobre ChatGPT e Inteligencia Artificial en la educación superior” UNESCO (2023), la IA viene a ser básicamente “un modelo de lenguaje que permite a las personas interactuar con una computadora”.

La IA no es nueva pues desde hace años está instalada en nuestra cotidianidad, por ejemplo, en la interacción con cajeros automáticos, menús telefónicos y predictores de texto básico en nuestros teléfonos celulares, que no pocas veces predice disparates.

La clave está en su condición “generativa por su capacidad para producir resultados originales”. Y la irrupción inevitable que hará en el campo de la educación, para bien o para mal.

Se sabe que la IA puede cumplir roles de facilitación y apoyo en la formación como: guía complementaria, tutor personal, co-diseñador y evaluador. La IA, según UNESCO, “podría mejorar el proceso y la experiencia de aprendizaje de los estudiantes”. También se destaca el papel que podría jugar en la investigación para generar ideas, mejorar la redacción, recogida y análisis de datos y diseño.

“Podría” es una promesa ambigua, claro está. Una utopía, que sabemos, tiende a no realizarse. En cambio, las distopias transitan por avenidas y están ya en el horizonte.

Antony Brey en “La sociedad de la ignorancia” (2011), advertía que “las mismas tecnologías que hoy articulan nuestro mundo y permiten acumular saber, nos están convirtiendo en individuos cada vez más ignorantes” y superficiales. Sumum de artificialidad de una sociedad fresa coronada por la Barby película y sus dramas de celulitis. La tecnología computacional por sí sola no nos ha convertido en sociedades con más conocimiento y contrario a ello, señala retrocesos en fundamentalismos religiosos, teorías conspirativas, el desastre ambiental y espíritu anti ilustración en amplios sectores de la población arrojados a los brazos del consumismo y el hedonismo.

Finalmente, el talón de Aquiles, según analistas en todo el mundo de la IA usada en la educación superior, está relacionado con la integridad académica y la imposibilidad para IA de sustituir la creatividad humana y el pensamiento críticoLo cual es un indicador de una tarea por hacer desde el dominio de los discursos socio humanísticos, del lenguaje y éticos de las unidades académicas correspondientes en las instituciones de educación superior de la región y el país.

lunes, 3 de octubre de 2022

 Grupo de Estudio Da Vinci

Naturaleza de las comunidades académicas en Unillanos, ¿por qué se consolidan las ciencias exactas y económicas y desaparecen las humanidades?

 


Por: Otto Gerardo Salazar Pérez  Docente Facultad Ciencias Humanas y de la Educación. Representante de los profesores ante el Consejo de Facultad. Grupo de Estudio      Da Vinci          

Hay una discusión de fondo que esta aplazada en la Universidad de los Llanos, o al menos, digamos, que esta engabetada. Para algunos otros, es una discusión evitada ex profeso que procura al mantenimiento de un statu quo rentable y que opera bajo el mecanismo de ignorarla. Me refiero a lo que somos como "comunidad académica", lo cual, como factor de identidad, marca nuestro devenir y decurso. 

La Universidad de los Llanos surgió como una comunidad académica ab nihilo e intuitiva  hace 48 años, como respuesta al clamor de la sociedad agraria y pecuaria que éramos para entonces. El Meta era la "despensa ganadera", así  careciécemos de una vía adecuada conectada al resto de país. Dos mandatos,  para velar más de trescientos muertos de la tragedia de Quebrada Blanca, decretó el gobierno nacional en cabeza de López Michelsen en relación al Meta y la Orinoquía: el de construir una vía de optimas condiciones para conectar con Bogotá -que no se ha terminado- y la creación de una institución de educación superior en Villavicencio. 

El acuerdo del Icfes que estableció los programa iniciales dictaminó cinco: Medicina Veterinaria y Zootecnia, Agronomía, Enfermería, Licenciatura en Ciencias Agropecuarias y Licenciatura en Matemáticas y Física. Es decir, no fue producto de una discusión de grupos de disciplinares o de docentes agrupados que evidenciaron la necesidad y la formularon a partir de una comunidad insular y autónoma. De 5 programas, dos de sociohumanística, específicamente, de educación. Un 40% de los contenidos de conocimiento. 

En términos de su génesis, esto tuvo caracter heterónomo. Seguramente la dirigencia de la región, más una visión de gobierno nacional, a partir de las necesidades de desarrollo social y económico de la región formularon los programas y contenidos de base de la Universidad. 

Casi cinco décadas después la Universidad de los Llanos esta relativamente consolidada, con acreditación institucional pero limitada en lo investigativo pese al crecimiento de sus indicadores.  En la actualidad tiene 5 Facultades, 21 programas de pregrado, 15 especializaciones, 10 maestrias y un doctorado en Ciencias Agrarias.

En un contexto tan amplio, la Facultad Ciencias Humanas y de la Educación, a cargo de los programas sociohumanísticos, ha reducido drásticamente su participación. En teoría tiene cuatro programas de educación: Licenciatura en Educación Física y Deporte, Licenciatura en Educación Infantil, Licenciatura en Matemáticas en Villavicencio y Licenciatura en Educación Campesina y Rural, en procesos de recuperación después de haber perdido su acreditación como Licenciatura en Producción Agropecuaria y con muchos problemas. Se oferta por ahora solo en Granada. Con excepción de Educación Física y Educación Infantil, se registra baja demanda de matrícula para los otros dos programas.

Mientras los programas de Ciencias Económicas han superado en población estudiantil y demanda de formación en la región, a modo de la Facultad de Ciencias Básicas e Ingeniería, lo mismo que Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales. Es decir, hay un retroceso evidente de los programas de Humanas y de la Educación. Su línea de crecimiento, en la dinámica del resto de Facultades, ha sido decreciente.  Y dentro de ellas, la Escuela de Humanidades, no posee sino un profesor de carrera de tiempo completo. 

Lo cual contradice el proyecto humanístico en el cual surgió la Universidad en el medioevo a la par del surgimiento de las ciudades y la condición de ciudadanos que adquirieron sus moradores, agrupados en torno al conocimiento repartido en las disciplinas. 

Si hemos de irnos a las razones para poder reorientar los sentidos hay varias cosas que pasar al orden. 

Primero, el crecimiento de la Universidad, que va marcando su identidad, tiene un carácter heterónomo, reponde a una dinámica de mercado, bajo presión y vigilancia de órganos nacionales que deciden la rentabilidad y viabilidad económica de los programas nuevos propuestos. Es un argumento que no se puede rechazar a rajatabla. Es natural que los escasos recursos económicos para la educación superior, el gobierno nacional los tase y destine a programas que tendrán sostenibilidad económica. 

Sin embargo no puede ser el único criterio para sustentar y definir un desarrollo de una Universidad. La Universidad, desde sus orígenes, ha sido pretendida por poderes externos: en algunos casos la iglesia, como medio evangelizador y ganadoras del alma humana, en otros, por los gobiernos, que quisieron poner al servicio del sustento y consolidación de los estados nacionales nacientes y  para sus proyectos de desarrollo, y de manera actual, para el coorporativismo y el mercado de capitalismo mundial. Todos ellos refractarios al pensamiento crítico, al libre examen y la reflexión, al conomiento en sí mismo. 

El otro punto es un asunto de distribución del poder. Burton Clark define los sistemas de educación superior como "anarquias organizadas" con tendencias federalistas, que rechazan la autoridad central y burocrática. Entre una y otra tendencia, será necesario una negociación y equilibrio. Pues, mientras una tiene un poder burocrático, los grupos disciplinares administran el conocimiento de modo disperso, insular y esotérico.

En esta negociación, a partir de una evolución de conocimiento, que ha recalado y profundizado en la especialización altamente estructuradas de las ciencias exactas o naturales, las ciencias humanas, son vistas como generalistas, altamente especulativas y ajenas al paradigma científico e investigativo, con lo cual, se les ha negado incluso su estatuto científico. Minciencias, otrora Colciencias, no disimulaba su sesgo y estímulo preferente en cuentías y recursos de sus convocatorias para la investigación en ciencias exactas con desmedro de las humanidades o ciencias blandas. 

Un punto de remate que nos obliga a autoevaluarnos. Para B Clark, "conviven en la institución universitaria, distintas visiones, muchas veces contrapuestas y contradictorias entre sí".  Que tienden a ser salvadas en Unillanos, no mediante la discusión académica desde el saber de las disciplinas, sino desde el ámbito del derecho y la jurisprudencia, discurso ajeno a la naturaleza del debate interno de las Universidades lo que termina siendo una forma de endoso al poder específico basado en el conocimiento de la Universidades. 

En últimas, dentro de ello,  las políticas, que se plasman en PEIs, Planes de Desarrollo, Planes de Gobierno, etc, "contruyen los mecanismos de poder y el peso que tienen los representantes de las disciplinas más consolidadas". Y ahí tambien habría que examinar el bajo peso e incidencia de las ciencias humanas y de la educación en los equilibrios -o desequilibrios- de poder en la Unillanos y el pobre desarrollo de las humanidades en nuestra institución. 







martes, 30 de agosto de 2022

Evaluación del curso Procesos Comunicativos 1-2022 en Unillanos

 

“Los libros son la clave para entender el mundo y participar en una sociedad democrática”.

 C. Sagan. El mundo y sus demonios. 2000 Pgs. 344

 

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez

        Docente Facultad Ciencias Humanas y de la Educación.

       Representante de los profesores ante el Consejo de Facultad. Grupo de Estudio                 Da Vinci          

 

En el capítulo 21, del libro “El mundo y sus demonios”, Carl Sagan afirma que la mayoría de las personas no tienen idea de lo mal que leen. Poseen un saber rudimentario y una alfabetización funcional que les genera la ilusión de saber leer, como la pretensión del atleta aficionado que se lanza a correr sin dominar la técnica ni el saber especializado que demanda el desempeño en esferas relacionadas con el conocimiento. Me refiero a las comunidades académicas, como viene a ser el caso de las universidades.

Un 56 % de estudiantes de la Universidad de los Llanos -un porcentaje notable, por desgracia- aunque es capaz de dar respuesta a preguntas planteadas por un texto y plantear argumentos para respaldar su postura, no domina los elementos de gramática, no expresa con claridad sus ideas ni tiene buena redacción. Algunos de ellos ni siquiera plantean argumentos, con lo cual, están en la categoría zombi inducidos por terceros en términos de su opinión y criterio personal.

Esto de acuerdo con los Resultados de las pruebas Saber Pro -TyT de 2022 presentados por la Vicerrectoría Académica y la Secretaría Técnica de Administración. Estos resultados, por supuesto, nos involucra a todos: a los estudiantes en primer lugar, a los maestros y la administración.

Según el Acuerdo Académico 020 de 2016, existen cinco cursos institucionales que apuntarían a la formación integral de los estudiantes bajo la batuta de la Dirección General de Currículo: Pensamiento Lógico Matemático, Procesos Comunicativos, Cátedra Democracia y Paz, Ciencia, Tecnología y Desarrollo y Cátedra Orinoquia. El segundo de ellos, por supuesto, tiene que ver con el tema de la lectura y la escritura.

Aunque la lectura sobre el asunto es múltiple, no es la pretensión de este artículo. Si no, escuetamente, presentar los resultados de una encuesta realizada a los 600 estudiantes -1-2022- que aproximadamente tomaron el curso semestralmente en primero y segundo semestre de sus respectivos programas académicos.

Algunas pistas contendrá para empezar a analizar el asunto y inaugurar un discusión amplia y necesaria para fortalecer nuestra comunidad académica a través del tema de la lectura, la escritura y el pensamiento crítico en Unillanos.

De los 600 estudiantes 144 estudiantes respondieron la encuesta, entre el 16 al 30 de agosto de 2022. Un 23.8% de ellos. Lo cual es un buen porcentaje. Los aspectos presentados y a evaluar por parte de los estudiantes fueron cuatro: 1. Contenidos. 2. Metodología. 3. Evaluación. 4. Actividades prácticas.

Sin embargo, empezaremos de manera general, por los puntajes de más insuficiencia reportados por los estudiantes; aquello que consideraron más regular, bueno y sobresaliente.

En términos de Insuficiencia, el aspecto pasado al orden es del orden de la Metodología. Un 11.3% de los estudiantes manifiestan que la metodología planteada no estimula ni promueve la participación de los estudiantes.

Un 19.7% de los estudiantes, juzgan como Regular la realización de Actividades. Expresan que no se contó con información previa ni asesoría del docente en horas de trabajo presencial y en las tutorías.

En relación con el Contenido, un 57% de los estudiantes juzgan Bueno el acceso a la información del curso a través de Internet, intranet, acceso a la Plataforma Moodle, correo electrónico o redes sociales como apoyo.

El aspecto de la Evaluación se considera Sobresaliente la información brindada por el docente a los estudiantes desde el inicio del curso sobre el número de evaluaciones del curso y los porcentajes de evaluación.   

Otra lectura posible de los resultados, para cada aspecto: Contenido, metodología, evaluación y actividades prácticas son los niveles de Insuficiente y Regular sumados que arrojan más alto puntaje.

Por ejemplo, el 4 item de Contenidos: “Las unidades temáticas desarrolladas semanalmente se ajustan a la propuesta del curso que el docente socializó al inicio, arroja 20.3; sumados insuficiente y regular.

En Metodología: El docente a través de los contenidos que enseña aborda diferentes temáticas que reflejan problemas reales relacionados con las temáticas de estudio. 26.1% suman insuficiente y regular.

En relación a la evaluación, los estudiantes consideran que el docente no hace o hace a medias aclaraciones o retroalimentación de algunos temas vistos, basado en los resultados de la evaluación. 29.6%, sumado insuficiente y regular. Es el ítem peor evaluado de los cuatros aspectos.

Finalmente, en cuanto a la realización de actividades prácticas, de manera general, los estudiantes consideran que no se cuenta con información previa y asesoría del docente en horas de trabajo presencial y en tutorías. 28.2%, sumados insuficiente y regular.

 

Sagan, C. (2000). El mundo y sus demonios. Cap. 21 El camino a la libertad. Pag. 344.

Saber Pro – TyT. Resultados pruebas Saber Pro y Saber TyT. Estructura de la prueba. Herramientas de preparación. Vicerrectoría Académica. Secretaría Técnica de Acreditación.

 

miércoles, 24 de agosto de 2022

El aula de clase que se convirtió en el tamaño de un celular

 Por: Otto Gerardo Salazar Pérez, Docente Facultad Ciencias Humanas y de la Educación. Representante de los profesores ante el Consejo de Facultad. Grupo de Estudio Da Vinci          

 

Hay un “meme” anécdota que ilustra a un teléfono celular o “móvil” en el centro de otros aparatos que le reclaman con ceño fruncido por haber sido desplazados y perdido sus funciones. Un reloj despertador, un televisor, un radio, un teléfono fijo, una linterna, una cámara fotográfica, etc.




Según Luis Ricardo Sandoval, investigador argentino, (2016), “En el actual contexto, caracterizado por ecosistemas comunicaciones densos y complejos, la telefonía móvil ha adquirido un estatus de particular centralidad en la construcción identitaria de los sujetos. Como bien ha sugerido  Morley (2009), recordando a Barthes, el teléfono móvil puede considerarse hoy el “objeto superlativo” de nuestra época, aquel en el que se consensan simbólicamente las aspiraciones, valores y sueños de una sociedad”.


Veamos el fenómeno en cifras actuales (2021-2022), según un estudio de autoría de K. Rosgaby Medina, (2022), “Estadísticas de la situación digital de Colombia en 2021-2022” de los 51 millones trescientos mil colombianos, 35.5 millones son usuarios de Internet. Es decir, un 70% de la población colombiana accede al servicio de Internet. Sin embargo, el mismo estudio revela que, 65.7 millones de colombianos acceden por conexiones a través de celulares. Una incidencia de 127.9%.


La portabilidad permanente, el bajo costo -relativo si se compara con precios de un PC, una table y otros dispositivos- y conectividad diversa que ofrece con un plan básico: telefonía, redes sociales, mensajería instantánea y otros servicios lo convirtieron en el artefacto imprescindible. Y también se esta presentando en el aula de clase.


Uno que otro estudiante, tiene un portátil, y escasos, una Tablet. Pero todos tienen un celular. Y pese a la incomodidad que puede representar leer en pantallas tan limitadas en su espacio, es el medio en el que todos leen y hacen sus trabajos. Cualquier maestro en las aulas de clase de la Universidad habrá dejado de percatarse de ello.


Para poder analizar la prevalencia del uso del “celular” o “móvil”, habría que analizar una categoría ampliamente barajada por estudiosos del tema: la “brecha digital”, como la limitación de las personas que no tienen acceso a Internet. Según García Peñalvo y Corell (2020), citado por Villela Cortés, la brecha digital puede asumirse desde tres niveles: brecha de acceso, brecha de uso y competencial.


La recurrente es la brecha de acceso. Sin embargo, tener acceso a Internet no es suficiente, cuando en un hogar, todos los miembros de la familia solo poseen una PC y deben sortear y compartir el recurso de forma limitada; la brecha “competencial” puede ser descrita como el analfabetismo digital funcional de aquellas personas que usan Internet de manera básica e incompetente; manera recreativa a lo sumo, por falta de conocimiento, entrenamiento y experticia para gestionar trámites de comercio, salud, ingreso a bases de datos especializadas, etc.


Lo evidencia de alguna manera los tiempos promedios invertidos en plataformas y dispositivos digitales: de las 10 horas promedio de tiempo usando internet por parte de los colombianos, casi cuatro horas es usado en redes sociales, que con prevalencia discurren en modos de banalidad y entretenimiento.


Aunque las principales razones para usar Internet por parte de los colombianos, sea encontrar información e investigar cómo hacer cosas y mantener contacto con sus amigos y familiares, estudiar y aprender vienen a ser la cuarta razón. Buscar información de negocio y manejar finanzas, vienen a ser las últimas razones después de trece en orden descendente.


Ahora, la pregunta: ¿cómo se plantea el aula de la clase frente a este dispositivo y su uso preponderante por parte de los estudiantes? Es evidente, y de ahí la renuencia reiterada de los estudiantes de la Universidad de los Llanos a las clases apoyadas en medios digitales, que puede existir una brecha de uso y competencial no remediadas. La primera, a partir de condiciones socio económicas que pueden impedir el acceso suficiente a medios digitales de manera amplia y autónoma, la segunda, de la esfera educativa, en el sentido de formar de manera más fuerte en lo competencial para el uso de Internet por parte de los estudiantes de Unillanos.


El simple hecho de ser joven -ya traen el “chip”, se dice- , incluso de tener acceso a Internet, no es garantía de estar a salvo de la brecha digital y la Universidad, el programa Preu, y las diferentes Facultades de la Universidad, deberán tomar cartas en el asunto. Bien sea, estimulando la investigación en esta área de la comunicación y las Tic, de manera consecuente por vía de formación de sus docentes en las mismas y, finalmente, con presencia transversal mediante la práctica y uso de medios digitales móviles en las diversas clases que permitan una integración fructífera de algo que vemos como un adversario molesto en las aulas de clase. Que nos mira desde la puerta del aula y pide asiento.

 

García Peñalvo, F. J. y Corell, A. (2020). La covid-19: ¿en­zima de la transformación digital de la docencia o re­flejo de una crisis metodológica y competencial en la educación superior? Campus Virtuales, 9(2), 83-98

Medina, K. R. Estadísticas de la situación digital de Colombia en el 2021-2022. Branc.com.co/marketing-digital en: Digital 2022 Global Overview Report. https://branch.com.co/marketing-digital/estadisticas-de-la-situacion-digital-de-colombia-en-el-2021-2022/

Sandoval, L. R. (2016). La constitución de la telefonía móvil en Argentina: marcos regulatorios, retórica publicitaria y domesticación. Nueva época, num. 25 enero-junio.

Villela Cortés, F, Contreras Islas, D. S. (2021). La brecha digital como una nueva capa de vulnerabilidad que afecta el acceso a la educación en México. Academia y Virtualidad 14(1), 169-187. https://doi.org/10.18359/ravi.5395