martes, 1 de agosto de 2023

Los lenguajes del inconsciente y la Inteligencia Artificial

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez  Grupo de Estudio Da Vinci. Docente del Curso Procesos Comunicativos. Escuela de Humanidades. Facultad Ciencias Humanas y Educación. Unillanos.

Los lenguajes naturales tienen un origen oscuro en la mente del ser humano. Son inexplicables los procesos de su génesis. De pronto la nueva lengua aparece por ahí, circulando en boca de sus hablantes con reglas definidas y valores semánticos atribuidos y negociados en dimensión social que, además, tramita la consciencia individual para expresar, comunicar y conocer la realidad de manera directa o abstracta.

Es decir que, hablando de las lenguas o lenguajes naturales primero aparece el código, y después, mediante su descripción y estudio, se deducen las reglas, se hace evidente la gramática de esa lengua.

No es poca cosa la que está en juego en ellas. Casi lo medular de lo que es ser humano. El proyecto de investigación más ambicioso para develar este misterio lo llevó a cabo Noam Chomsky, el lingüista estadunidense. Su gramática generativa transformacional intentó develar el sustrato universal de todas las lenguas. No lo logró del todo

Con los lenguajes artificiales, como los lenguajes de programación para interactuar con máquinas, sucede todo lo contrario: de manera cuidadosa se elabora el código y se establecen las reglas y después se usan. Es decir, se concibe una gramática y, a partir de ellas, se crea un lenguaje de programación que sirve para comunicar e interactuar con las máquinas.

Estos nuevos lenguajes fueron un dilema para el primer hombre que pensó que los seres humanos podíamos interactuar con una máquina a través de un lenguaje, Alan Turin, el famoso descifrador de código Enigma de la segunda guerra mundial, planteado en su famoso artículo: “Maquinaria computacional e Inteligencia”, (1950). El artículo rompe fuego con la siguiente pregunta: “¿Pueden pensar las máquinas?”

Si como dijimos arriba, una función fundamental de los lenguajes naturales humanos arraigados en el inconsciente es el de generar ciertas condiciones de consciencia en el individuo que le permita conocer, y sus derivados, pensar y especular, ¿bajo qué condiciones, máquinas con extraordinarias capacidades  de almacenamiento de información -memoria-, programadas desde la explicitación de reglas conscientes dictadas por un programador, pueden pensar y especular sin un fondo oscuro de la inconsciencia propio de los seres humanos? ¿Cómo se suplirían aspectos de orden emocional, afectivo, inconsciente propios del ser humano y que hacen parte de nuestro ser en el lenguaje? ¿Qué moralidad en el lenguaje precede a la acción de una máquina inteligente? ¿Qué ética orientará los pasos a partir de la consciencia de la entidad generadora del lenguaje y sus interlocutores? El tipo de consciencia de una máquina de pensar en términos de su propia existencia, ¿cómo se resolverá? ¿En el ateísmo o en el teísmo?

Según el texto que por amabilidad del profesor Dumar Jaramillo recibimos desde el mes de mayo, la “Guía de inicio rápido sobre ChatGPT e Inteligencia Artificial en la educación superior” UNESCO (2023), la IA viene a ser básicamente “un modelo de lenguaje que permite a las personas interactuar con una computadora”.

La IA no es nueva pues desde hace años está instalada en nuestra cotidianidad, por ejemplo, en la interacción con cajeros automáticos, menús telefónicos y predictores de texto básico en nuestros teléfonos celulares, que no pocas veces predice disparates.

La clave está en su condición “generativa por su capacidad para producir resultados originales”. Y la irrupción inevitable que hará en el campo de la educación, para bien o para mal.

Se sabe que la IA puede cumplir roles de facilitación y apoyo en la formación como: guía complementaria, tutor personal, co-diseñador y evaluador. La IA, según UNESCO, “podría mejorar el proceso y la experiencia de aprendizaje de los estudiantes”. También se destaca el papel que podría jugar en la investigación para generar ideas, mejorar la redacción, recogida y análisis de datos y diseño.

“Podría” es una promesa ambigua, claro está. Una utopía, que sabemos, tiende a no realizarse. En cambio, las distopias transitan por avenidas y están ya en el horizonte.

Antony Brey en “La sociedad de la ignorancia” (2011), advertía que “las mismas tecnologías que hoy articulan nuestro mundo y permiten acumular saber, nos están convirtiendo en individuos cada vez más ignorantes” y superficiales. Sumum de artificialidad de una sociedad fresa coronada por la Barby película y sus dramas de celulitis. La tecnología computacional por sí sola no nos ha convertido en sociedades con más conocimiento y contrario a ello, señala retrocesos en fundamentalismos religiosos, teorías conspirativas, el desastre ambiental y espíritu anti ilustración en amplios sectores de la población arrojados a los brazos del consumismo y el hedonismo.

Finalmente, el talón de Aquiles, según analistas en todo el mundo de la IA usada en la educación superior, está relacionado con la integridad académica y la imposibilidad para IA de sustituir la creatividad humana y el pensamiento críticoLo cual es un indicador de una tarea por hacer desde el dominio de los discursos socio humanísticos, del lenguaje y éticos de las unidades académicas correspondientes en las instituciones de educación superior de la región y el país.

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