jueves, 1 de diciembre de 2011

Universidad y Calidad de la Educación













Por: Otto Gerardo Salazar Pérez
        Grupo de Estudio Da Vinci
      
Continuando con Guy Neave y sus estudios sobre la educación superior subraya este que buscar la calidad en la educación superior es una “excelente, laudable y generosa ambición”. Sin embargo, tropieza este propósito con no pocos obstáculos. En primer lugar, la calidad viene a ser una categoría conexa con otras que la condicionan como: la ampliación de la cobertura o masificación, los “sistemas de aseguramiento de la calidad” dispuestos por los diferentes gobiernos, la financiación y la cacareada “autonomía universitaria”.
En primer lugar es muy difícil el logro de la calidad cuando las metas establecidas de un gobierno están centradas en la ampliación de la cobertura, en el ensanchamiento del sistema. De las tres estrategias que había establecido el gobierno anterior: ampliación de la cobertura, mejoramiento de la calidad y perfeccionamiento de la parte administrativa,  concentró su mayor esfuerzo en la ampliación, o la masificación. Lo que tiende a producir ciclo alterno. Es una dinámica estudiada y percibida, no sólo en nuestro país sino en otros que se han encaminado los mismos propósitos. Los primeros esfuerzos se concentran en ampliación de cobertura, con menoscabo de la calidad;  para después devenir en ajustes de calidad, con menoscabo de la cobertura.
¿La pregunta sería si el sistema educativo,  imperfecto como el nuestro, puede responder a las dos demandas a la vez? Crecer con calidad. Aunque fuera deseable, la evidencia apunta a lo contario.
Y el proyecto de ley para reformar la educación superior en el país –propuesto y caído-, basculaba su esfuerzo en la masificación y ampliación de la cobertura, así nombrara y evocara de manera permanente el concepto de “calidad” en todo el articulado. El afán es de ampliación por la exclusión de amplios sectores de la población de la educación superior.
Segundo, si los estudiantes reclaman una educación de calidad, sujeta a mayores recursos para la universidad, estos niveles de calidad estarán condicionados a la acción de supervisión y evaluación de los sistemas de aseguramiento de la calidad. Sistema que puede o deberá inclinarse a la evaluación disciplinar antes que al inspección institucional como sucede ahora. En ese sentido, la pruebas saber pro, que han sido rechazadas, deberán admitirse y perfeccionarse como complemento de los sistemas masivos de enseñanza superior. ¿De otra forma, cómo se evalúan, perfeccionan y certifican los niveles de calidad?
Claro, es posible que la categoría y definición de calidad tenga un cariz particular e institucional, pero también incluye indicadores y estándares globales.
Finalmente, esta la evaluación y financiación de las instituciones.
Lo que en Colombia ha funcionado como el CNA, que acredita periódicamente los programas, y certifica los niveles de calidad institucional. Hasta el momento, basa sus decisiones sobre todo en la inspección institucional, basado en la condiciones de infraestructura, física e institucional para garantizar la docencia, la proyección y la investigación.
Sin embargo, es ausente en sus pronunciamientos frente a la caída vertiginosa de docentes de planta, que son remplazados por ocasionales y catedráticos, sin la misma dedicación y garantías para enseñar e investigar. Un factor básico de calidad en las instituciones que en Colombia es silenciado.
Los sistemas de acreditación, que en últimas son de evaluación y supervisión, desde el punto de Neave, son un arma de doble filo. Por un lado, pueden ser un escenario de negociación entre el gobierno y las instituciones de educación superior, pero si está atada a la financiación, “se necesita muy poco esfuerzo del gobierno para trocar una prometedora política de negociación en una cultura de la sumisión  por el sencillo expediente de radicar la función de la evaluación de la calidad en una agencia cuyo giro y finalidad sea consolidar la cadena de supervisión”.
Acción de carácter coadministrativo que resuena en la conformación de los consejos superiores universitarios, que últimas, birla las promesas de autonomía universitaria.
Para finalizar. Si se entiende al calidad como la búsqueda de la excelencia, entendida esta como perfeccionamiento constante y calidad total, suele este factor devenir de manera intrínseca en la instituciones, en sus estamentos, y no en la presión y vigilancia de Estado. Y tiene que ver también con la vocación de un estudiantado, no pocas veces escéptico, renuente a la academia, y facilista. Los buenos estudiantes, no son, estadísticamente, por aula y en cifra global, un indicador elevado. Se manifiesta en los pocos estudiantes vinculados a grupo de estudio e investigación, al no ir más allá del conocimiento dispuesto por el maestro, en el estudiante fósil que permanece de manera sempiterna en los pasillos de la U, en eterna adolescencia y rebeldía.
Lo anterior, no invalida las contradicciones que señala Neave, evidentes en el caso colombiano, “entre el propósito político hecho explicito por parte del gobierno de asegurar la calidad de la enseñanza superior   y la simultánea acción de la administración nacional que evidencia lo contrario.
Trae a colación que en Gran Bretaña, Francia y Países Bajos, “justo en el momento cuando iba tomando forma gradualmente los sistemas de calidad surgió por el contrario un notable deterioro de las condiciones de estudio y trabajo de los estudiantes: masificación, incremento de la relación docente/alumno, deuda estudiantil, y una vez egresado, falta de empleo”.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Universidad e Incertidumbre













Por: Otto Gerardo Salazar Pérez
        Grupo de Estudio Da Vinci
      
Aunque se reconoce como positivo el logro de los estudiantes de las universidades públicas, rectores, algunos docentes y sectores políticos de izquierda el hecho de que el gobierno nacional retirara la propuesta de reforma a la Ley 30 de educación superior, más que claridades y resolución, lo que queda flotando en el ambiente es  incertidumbre. El proyecto de reforma, puso en el tapete, no sólo la política educativa en el nivel superior sino que formuló en su conjunto la profundización de un modelo de Estado que avanza en el modelo neo liberal agudizador del estado de inequidad y desigualdad social en Colombia.
Develó igualmente, desde  el punto de vista de los rectores, la desfinanciación progresiva que ha venido padeciendo la Universidad pública y la afectación de la calidad por la presión de la ampliación de cobertura sin contraprestación del Estado en inversión e incremento de recursos.
Quizás fue por ello que la reacción fue contundente. Puede tomarse como ejemplo, la contrapropuesta del sector estudiantil expreso en el Programa Mínimo del Movimiento Estudiantil Universitario. Que se supone, desde el punto de vista de los estudiantes, será la base del nuevo proyecto en concertación con todos los estamentos interesados. Plantea este, entre otras cosas: la eliminación de exenciones tributarias a las multinacionales extranjeras,  el incremento progresivo de la participación estatal en la explotación de recursos naturales, en particular los de tipo minero-energético, y la reducción del presupuesto destinado tanto a la guerra como a la deuda pública. De igual manera se manifiestan en contra de  las privatizaciones de empresas de servicios públicos.
Es decir, de lado y  lado, se contemplan elementos de un sistema –el de educación-  relacionado con otros; el económico y de gobierno que intentan ser resueltos en el nudo gordiano de la educación superior. Lo cual podría derivar en un proceso complejo, mayor e irresoluble si no se fijan límites.
Guy Neave, (Educación superior: historia y política; 2001) trae a colación los innumerables problemas planteados hacia el futuro a la educación superior. En primer lugar, hace evidente la falta de reflexión y autoconocimiento de la misma universidad. La universidad, se ha dedicado a investigar todo tipo de problemas y ha descuidado el auto examen lo que la ha limitado para ser previsiva anticipándose a los hechos la arrollan. Aún en el caso de aquellas pocas que hacen el ejercicio, revelan que no se poseen investigaciones en educación superior para “prevenir a quienes deciden la política, a los profesionales dirigentes de nuestras universidades y a su colegas asistentes”.
Desde su punto de vista, quienes investigan la educación superior se mueven “en su mayor parte, en las esferas oficiales y sólo unos pocos” dentro de ella. Lo que hace trascedente, por ejemplo, “establecer dónde están situados los miembros de nuestra comunidad en el mapa del debate y el discurso públicos” y si son considerados “interlocutores válidos” por los gobiernos.
Neave, aborda el problema de la educación superior, a partir de tres factores estratégicos que han complejizado el campo:
La explosión del número de estudiantes (cubrimiento vrs calidad)
La insuficiencia de los fondos públicos para sostener la educación superior
y,  la integración económica y política de la IES en el entorno global.
Cada uno de ellos, de complejidad variable que intenta articularse con un multisistema de ruedas de engranaje nada fáciles de integrar. Plantean y redefinen funciones esenciales a la universidad como modelos y eficiencia de la administración, infraestructura de desarrollo y cubrimiento, dinámica de las disciplinas, articulación de la universidad con el entorno social y económico y nuevas líneas de de jerarquía y demarcación.
“Lo más evidente, -plantea-, es que la educación superior  es un asunto infinitamente más complejo de lo que podíamos imaginar hace un cuarto de siglo.”

viernes, 26 de agosto de 2011

Nuevos enfoques y metodologías para la investigación histórica

Ponencia presentada en el 2º Encuentro con la Historia de los Llanos
Agosto 23 y 24 de 2011
Universidad de los Llanos
Por: Otto Gerardo Salazar
Docente Facultad de Ciencias Humanas y de Educación








La Diosa de la Historia

El caso de 6 de abril de 1840
Hace veintiún años se desató entre los académicos, autoridades civiles y medios de comunicación de Villavicencio una curiosa polémica que hasta el día de hoy tiene sus resonancias. La fecha de fundación de Villavicencio. La discusión estuvo propiciada por la celebración de los 150 años de “supuesta” fundación del poblado, apoyada por una publicación: “Monografía Histórica de Villavicencio”, publicada por Juan B. Caballero Medina, político conservador y periodista.

Nancy Espinel, del Centro de Historia de Villavicencio, siempre ha rechazado esta datación, y otra más que afirma que la fundación se produjo el 20 de diciembre de 1842. Para Nancy, Villavicencio tuvo su origen a partir de la colonización espontánea que se generó en su entorno debido al descanso que tomaban los comerciantes que efectuaban transacciones ganaderas entre San Martín y Santa Fe de Bogotá. No esgrime fecha, y adelanta una visión que me interesa desarrollar: que la historia es fundamental para recoger e “interpretar” los sucesos que en el pasado naturalmente han sido claves en el proceso de consolidación y formación social, política, económica y cultural de una región”.

Subrayo de su postura, la visión de “interpretar”, a la que me refiero más adelante, por encima de la verificación de fechas.

La Academia Colombiana de Historia lanzó después una nueva fecha: 21 de octubre de 1850.

Y hace apenas un mes largo, por ejemplo, recibí un correo que a la sazón decía:

En la página 83 de este libro (Colección de Memorias Científicas, Agrícolas e Industriales) en la memoria de su viaje a los llanos, .don Mariano de Rivero y Ustariz reporta la existencia de Gramalote, luego de bajar de Buena vista el 21 de enero de 1824....es decir que hay ya un asentamiento que dio origen a Villavicencio....¡en 1824¡....con lo que se cambian los años de existencia de Villavicencio. Esta memoria siempre estuvo escondida. Como este año se hace el lanzamiento del libro de la profesora Jane Rausch sobre Villavicencio, se puede tomar como excusa este acontecimiento para cambiar la fecha de fundación de Villavicencio, el antiguo Gramalote. Resulta que "lo que nos contó el abuelito", que fue la monografía de 1940, siempre dijo que la fundación de Gramalote fue en 1840...y hay por lo menos 16 años más de existencia. Estos datos están referidos por el profesor Wilson Ladino.

Lean:” O sea: ilústrense.

Es decir, 16 años más. Con lo cual, no estaríamos celebrando 171 años, sino 187.

El dato no es nuevo, desde hace muchos años, ya Miguel García Bustamante, basado en rigurosas pesquisas y consultas a los archivos, había establecido que para 1824, ya existía un especie de “vivaque” o posada donde se acampaba, conocido y denominado por los lugareños o viajeros. El dato provenía de las “Memorias de Jean Baptiste Boussingault”, viajero francés que realizó una expedición al Meta para esa época.

Las fechas por encima de la interpretación de los hechos
A raíz del XI Simposio de Historia de los Llanos Colombo Venezolanos, celebrado en Támara, con oportunidad del Bicentenario de la independencia de Colombia, señalé lo objetivos que bien se podían perseguir en la oportunidad, como “promover e impulsar el acercamiento de las noveles generaciones a las nuevas formas de interpretación del proceso histórico de la independencia como un modo de consolidación de identidades locales, regionales y nacionales”.

Lo cual señalaría una excelente oportunidad para desmarcarnos de la visión tradicional de la historia nacional, especialmente afecta a la fechas, como recrean el episodio citado arriba. Acuérdense, si lo sufrieron, que la forma en que se enseñaba -¿enseña?- a los niños historia en este país, es a través de técnicas de nemotecnia sobre fechas: 7 de agosto, 20 de julio, 11 de noviembre, etc.
Si se quiere, la visión histórica es una especie de Medusa; igual petrifica, mata en vida con su mirada, pero a la vez, producto de su sangre, metáfora de vida, puede resucitar y volver a la vida a los hombres, sus hechos y circunstancias. El oficio de esta Medusa histórica es perfecto y cerrado si otros hombres no se atreven a mirar, si no se arriesgan por los senderos oscurecidos y olvidados que tiene la historia, un territorio de infinitos caminos. Es la mirada de cuantos estén dispuestos a mirar lo que destruye y vence a esta Medusa histórica.

Para la construcción de nacionalidad, la determinación de los hechos fundantes son un insumo clave para el establecimiento de prerrogativas, privilegios, heredades y legitimidades usadas para reforzar un sistema de exclusión, rechazo y negación de otros sectores, marginados por prejuicio racial, de género, social o religioso; o como en nuestro país, para consagrar desigualdades regionales que se expresan en acceso desigual a fuentes de poder, decisión y beneficio económico.

Ninguna mirada, aún la del científico es neutral. Todo ejercicio de memoria, aún basado en fuentes y el examen detallado de documentos opera desde la subjetividad que solo mediante la instrumentación y el método, aspira a la objetividad. Pero nunca se logra del todo. La historia, igual, ha estado más en manos de humanistas que de científicos, y esto no ha dejado de afectar la visión de la historia, siempre teñida de una ideología de base o afectada por el abrazo a un dogma.

Para el caso nuestro, la historia nacional registrada por la mirada de Medusa, es una historia deplorable, empobrecida, reducida. Es la historia de las academias demasiado apegadas al discurso oficial, demasiado solemnes, constructoras del discurso con base a la cita de la cita, imbuidas en el protocolo y el boato academicista.

Debe ser enriquecida, dinamizada, vivificada por la mayor cantidad de miradas. Escrita para los jóvenes, “des-solemnizada”. Entre más miradas haya en torno al paisaje de piedra que han construido las clases tradicionalmente dominantes del país quienes han tenido la posibilidad y el subsidio del Estado colombiano para establecer la historia del país, más posibilidades tendremos de hacer de ese paisaje muerto, un paisaje vivo que nos nutra, nos otorgue una visión fresca y compartida sobre nuestro origen común y nos permita construir una nación en términos de igual y equidad.

Las nuevas miradas
Mendiola y Zermeño, hacen una aclaración pertinente frente al ejercicio de historiar. Habla de la historiografía comprendida como “un discurso especializado que el presente hace sobre el pasado, que se preocupa a partir de huellas o vestigios dejados, que trata de reunificar lo que previamente fue separado”.

La historiografía, se inserta así en un modelo positivista a partir de consideraciones empirista y documental, mediada por la imprenta. Adscribe a los cánones metodológicos del positivismo asumido desde el estudio de la ciencias naturales en las que tradición cumple una función prescriptiva para el presente. Bajo esta consideración, por ejemplo, se ha popularizado del dicho de que se debe estudiar historia para no repetir los hechos. Premisa cuestionable si se considera la particularidad, única e irrepetible de toda tramo histórico, en todo devenir de los tiempos, fortuitos y sujeto a variables impredecibles. No es tan cierto eso de que se debe estudiar historia para no repetirla.

Continúo con Mediola y Zarmeño, quienes afirman que la historiografía va a dominar el principio naturalista de ciencia aplicado al análisis de la escritura de textos del pasado. “Para que un enunciado sobre el pasado sea cierto, debe existir la posibilidad de la contrastación y de la aseveración de una prueba o testimonio”. Adscripción a las culturas lecto escriturales, con exclusión de las culturas orales, predominantes ayer y hoy en el mundo.

El profesor Napoleón Murcia trae a propósito, en su libro: “Investigación Cualitativa, la complementariedad” (83; 2008) las frases que defendían este enfoque y que promulgaban: “Primero averiguad los hechos y luego deducid de ellos las conclusiones”. Con todo y giros arcaicos del lenguaje para reforzar el dogma. “Averiguad”, “deducid”.

Sostiene el profesor Murcia: “Lo anterior supone una separación entre el sujeto y el objeto consistiendo así la historia en un cuerpo de hechos verificados”.
A partir de nuevas visiones, esta historia que solo busca hechos históricos existentes objetivamente, es cuestionada por los antropólogos, etnógrafos y nuevos historiadores, como Eduard Hallet Carr, quien plateaba que la historia no se encuentra solo en la escritura sino en toda clase de restos de una cultura. En ese sentido, la historia no sólo será parte de los pueblos letrados sino de cualquier pueblo que dejara signos y huellas de su pasado.

El otro aspecto inconveniente de asumir la historia como naturalistas, es la mirada fría e impasible de hechos humanos, muchos de ellos, de carácter emocional, irracional y azaroso. Es decir, la forma como el historiógrafo trata los documentos. Vuelvo al profe Napoleón: “Son las preguntas que el historiador tenga que hacerle a esos documentos o vestigios sobre el pasado, las que determinan la historia y no los hechos en sí solos”.

Mendiola y Zermeño indican que la historia aborda nuevos senderos, reconstruyendo el pasado a partir de la interpretación de restos o vestigios. No solo los escritos. Retomo al profesor Murcia: “pero los datos por sí solos no constituyen la historia, se necesita del punto de vista del historiador para que le de vida a los datos obtenidos”.

Mirada que le daría potencialidad amplia de inclusión a varias culturas nuestras, de este territorio que denominamos Orinoquía, representantes de culturas orales primarias, y que han permanecido a nuestras espaldas, como Universidad y como historiadores historiógrafos. Nos han dejado huellas, amplia tradición oral de mitos y leyendas, artefactos y hasta directos sobrevivientes de su estirpe que miramos con desprecio. “Córrase para allá, indio”.

Filósofos como Dilthey, Becker y otros, han asumido esta posición reflexiva a través de la filosofía de la historia, la cual se ocupa, “no sólo del pasado en sí, ni exclusivamente de la opinión de los historiadores, sino de ambas cosas relacionadas entre sí… El pasado que estudia el historiador no es un pasado muerto, sino un pasado que en cierto modo vive aún en el presente” Collingwood.

martes, 17 de mayo de 2011

¿POR QUÉ MI UNIVERSIDAD NO LEE NI SABE INTERPRETAR?


“El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”. Paulo Freire

Por: Jhon Alexander Osorio.
A mi modo de ver, es claro que los problemas de lectura y escritura, en los estudiantes que deciden cursar carreras de pregrado, son problemas que tienen un origen en el bachillerato.
Pero también creo que, aparte de ser un problema de enseñanza o metodologías empleadas por los docentes, se trata de un problema social y económico. Me refiero con problema social, para explicarlo de una manera sencilla, a la siguiente situación: un docente deja un trabajo que consiste básicamente en leer un libro, y hacer un escrito sobre éste. Dos estudiantes; uno de pocos recursos y otro de familia adinerada, llegan a su casa. El primero no podrá comprar el libro pues no tiene para comer, menos para un libro. Y en caso que pudiese acceder al libro muy posiblemente tendría que ponerse a trabajar, lo cual no le daría tiempo de hacer la lectura y escritura. En cambio el segundo estudiante, podrá acceder al libro sin problemas, tendrá todo el tiempo para realizar la actividad, sin mencionar que debido a las circunstancias económicas y sociales, sus padres han fomentado un hábito de lectura en el hogar.
Pero lo grave de la situación es que, aparte de que no se brindan las garantías económicas para que todos los estudiantes puedan acceder al conocimiento, tampoco se brinda una garantía o una opción critica, puesto que en la mayoría de los casos el docente pide un resumen del libro. Que no es más que una trascripción de la idea de otro pero, pocas veces, se permite que el estudiante haga su propio análisis y proponga nuevas ideas. Claro, esto iría en contra de esa pedagogía tradicionalista que muchos colegios se niegan a cambiar.
Ahora miremos la problemática a nivel de las universidades. El estudiante con dinero que mencionábamos, rápidamente accederá a una universidad. Generalmente será a una universidad privada, pues su capacidad económica se lo permite. No negaré que el cambio de contexto educativo, le ocasionará algunas dificultades, pues “ya no habrá docentes que simplemente lo pongan a trascribir ideas de un texto, pedirá las suyas”. Por supuesto, esto será un gran problema para el estudiante. Pero no le será tan difícil adaptarse, pues aunque no sea muy crítico, sí ha leído en su bachillerato y cuenta con una gran cantidad de conceptos.
Pero la situación para el estudiante de pocos recursos, es totalmente diferente. Primero, es poco probable que pueda ingresar a una universidad. En el caso de lograr tal hazaña, al igual que para el otro estudiante mencionado, el nuevo contexto educativo será una pared en la que se estrellará inevitablemente. Pero para este estudiante, sí será mucho más difícil adaptarse, puesto que aparte de no tener un poder interpretativo y crítico, ni siquiera ha leído, por lo que el proceso de adaptación debe ser doble. Primero, habituarse a la actividad de lectura, y después, aprender a ser crítico.
Por último y como reflexión, quisiera que todos diéramos un vistazo a la actualidad de nuestra educación superior pues creo que, poco a poco, nos estamos convirtiendo en un colegio más que un una universidad. Analicemos cuántos docentes fomentan la crítica o qué garantía se nos da para el desarrollo cognoscitivo. Creo que muy poco, en los dos casos. Pues parece que se nos quisiera enseñar a memorizar conceptos y no a pensar, por lo cual debemos comenzar a movernos, a fomentar en nuestros compañeros y profesorado, la importancia del debate, la creación de grupos de estudio y todo lo que sea necesario para no perder la calidad de universidad.

viernes, 25 de marzo de 2011

El Poder y el Abuso del Poder

Por: Yuri Paola Baquero Puentes*

A partir del texto “Discurso y Dominación” escrito por el investigador y profesor Teun A. Van Dijk, tocaré un tema de gran importancia desde el punto investigativo. Primero; para la mayoría de las personas no es claro que el poder y el abuso del poder favorecen la desigualdad social que vivimos actualmente en nuestro país. Es importante aclarar que cuando nos referimos a “desigualdad” estamos haciendo énfasis en el campo social por medio de la comunicación y el uso de la lengua.

Iniciaré a partir de dos referentes. Según Weber: "el poder es la probabilidad de que un actor dentro de un sistema social esté en posición de realizar su propio deseo, a pesar de las resistencias”. Igual, para Tawney, “el poder se puede definir como la capacidad de un individuo o grupo de individuos para modificar la conducta de otros individuos".

Por lo tanto podemos definir el poder como el dominio o influencia que alguien tiene sobre alguna cosa; es decir, el control que se ejerce sobre un determinado objeto. Sin embargo aquellos que gozan del dominio de las mentes, en ocasiones, se desvían y hacen un uso inadecuado, hasta el punto de alcanzar la maldad moral y la corrupción, buscando beneficios, ya sean sociales, personales y económicos, sin tomar conciencia del daño que causa a los demás.

Es de esta manera que deseo exponer mi punto de vista y realizar una crítica constructiva referente a lo mencionado anteriormente. Para ninguno de nosotros, como individuos de una sociedad, es un secreto que nuestro país se rige por medio de una gama de clases sociales, y es ahí donde surgen las llamadas élites, que son aquellas que tienen acceso activo controlado sobre los elementos de la comunicación. Por ejemplo, la fuerza pública; la cual se ha visto involucrada en casos de abuso de su autoridad de manera repetitiva, violando de esta manera los derechos humanos e imponiendo en muchas ocasiones tratos inhumanos o degradantes a la población más vulnerable de una determinada comunidad.

Como muestra parcial de los hechos que han ocurrido recientemente me detendré en citar los más notorios para dejar claro que esta situación es muy común en nuestro país.

En primer lugar, los falsos positivos por parte de las fuerzas militares a población civil inocente, es una muestra contundente de la dominación a las personas más vulnerables, dejando en la impunidad cientos de crímenes crueles.

El reciente escándalo del programa de “agro ingreso seguro” es otro claro ejemplo de cómo las elites manejan y dominan en muchas ocasiones los recursos destinados inicialmente a familias y comunidades de bajos ingresos.

Un aspecto importante que no podemos obviar y es cómo algunos entes encargados de recaudar fondos y elementos para personas con alguna discapacidad, víctimas de la violencia o catástrofe natural (terremotos, inundaciones), toman inapropiadamente recursos que no les corresponden, perjudicando de esta manera a la población más necesitada.

Si analizamos detenidamente este tema, podemos concluir que el poder constituye un elemento fundamental para mantener el orden de una sociedad determinada, pero si no se utiliza de una manera adecuada y reglamentaria surgirán inconvenientes en los que se verán perjudicados directamente las personas que son controladas por las grandes elites, provocando de esta manera un ambiente de inconformismo generalizado.
Así que es fundamental tomar conciencia de nuestra manera de actuar frente a los demás cuando poseemos un control sobre un grupo determinado ya que de esta forma estamos contribuyendo a la disminución de desigualdad social y corrupción.

Bibliografía
VAN DIJK, Teun A. Discurso y Dominación. Grandes conferencias en la Facultad de Ciencias Humanas Nº 4. Febrero de 2004.
TAWNEY, R. H. La Sociedad adquisitiva. Mineola, NY, Dover, 2004.
WEBER, Max. Sociología de la Comunidad.


*Estudiante de III semestre de Matemáticas y Física, perteneciente al Grupo de Estudio Da Vinci