jueves, 24 de noviembre de 2011

Universidad e Incertidumbre













Por: Otto Gerardo Salazar Pérez
        Grupo de Estudio Da Vinci
      
Aunque se reconoce como positivo el logro de los estudiantes de las universidades públicas, rectores, algunos docentes y sectores políticos de izquierda el hecho de que el gobierno nacional retirara la propuesta de reforma a la Ley 30 de educación superior, más que claridades y resolución, lo que queda flotando en el ambiente es  incertidumbre. El proyecto de reforma, puso en el tapete, no sólo la política educativa en el nivel superior sino que formuló en su conjunto la profundización de un modelo de Estado que avanza en el modelo neo liberal agudizador del estado de inequidad y desigualdad social en Colombia.
Develó igualmente, desde  el punto de vista de los rectores, la desfinanciación progresiva que ha venido padeciendo la Universidad pública y la afectación de la calidad por la presión de la ampliación de cobertura sin contraprestación del Estado en inversión e incremento de recursos.
Quizás fue por ello que la reacción fue contundente. Puede tomarse como ejemplo, la contrapropuesta del sector estudiantil expreso en el Programa Mínimo del Movimiento Estudiantil Universitario. Que se supone, desde el punto de vista de los estudiantes, será la base del nuevo proyecto en concertación con todos los estamentos interesados. Plantea este, entre otras cosas: la eliminación de exenciones tributarias a las multinacionales extranjeras,  el incremento progresivo de la participación estatal en la explotación de recursos naturales, en particular los de tipo minero-energético, y la reducción del presupuesto destinado tanto a la guerra como a la deuda pública. De igual manera se manifiestan en contra de  las privatizaciones de empresas de servicios públicos.
Es decir, de lado y  lado, se contemplan elementos de un sistema –el de educación-  relacionado con otros; el económico y de gobierno que intentan ser resueltos en el nudo gordiano de la educación superior. Lo cual podría derivar en un proceso complejo, mayor e irresoluble si no se fijan límites.
Guy Neave, (Educación superior: historia y política; 2001) trae a colación los innumerables problemas planteados hacia el futuro a la educación superior. En primer lugar, hace evidente la falta de reflexión y autoconocimiento de la misma universidad. La universidad, se ha dedicado a investigar todo tipo de problemas y ha descuidado el auto examen lo que la ha limitado para ser previsiva anticipándose a los hechos la arrollan. Aún en el caso de aquellas pocas que hacen el ejercicio, revelan que no se poseen investigaciones en educación superior para “prevenir a quienes deciden la política, a los profesionales dirigentes de nuestras universidades y a su colegas asistentes”.
Desde su punto de vista, quienes investigan la educación superior se mueven “en su mayor parte, en las esferas oficiales y sólo unos pocos” dentro de ella. Lo que hace trascedente, por ejemplo, “establecer dónde están situados los miembros de nuestra comunidad en el mapa del debate y el discurso públicos” y si son considerados “interlocutores válidos” por los gobiernos.
Neave, aborda el problema de la educación superior, a partir de tres factores estratégicos que han complejizado el campo:
La explosión del número de estudiantes (cubrimiento vrs calidad)
La insuficiencia de los fondos públicos para sostener la educación superior
y,  la integración económica y política de la IES en el entorno global.
Cada uno de ellos, de complejidad variable que intenta articularse con un multisistema de ruedas de engranaje nada fáciles de integrar. Plantean y redefinen funciones esenciales a la universidad como modelos y eficiencia de la administración, infraestructura de desarrollo y cubrimiento, dinámica de las disciplinas, articulación de la universidad con el entorno social y económico y nuevas líneas de de jerarquía y demarcación.
“Lo más evidente, -plantea-, es que la educación superior  es un asunto infinitamente más complejo de lo que podíamos imaginar hace un cuarto de siglo.”