viernes, 19 de abril de 2013

El lenguaje hoy


 
 
 
 
 
 
En “La Condición postmoderna. Informe sobre el saber” (1987), afirma Lyotard: “desde hace cuarenta años las ciencias y las técnicas llamadas de punta se apoyan en el lenguaje”. Y refiere algunas disciplinas: la fonología y las teorías lingüísticas, la comunicación, la cibernética, las álgebras modernas, los ordenadores y sus lenguajes, la traducción entre unos idiomas y otros, los interfaces de lenguajes hombre máquina, los bancos de datos, la telemática y la paradología, por nombrar algunas.

El lenguaje es superado así por las visiones que en forma reducida se referían a él mismo y abarca nuevos y amplios horizontes. Sostiene Lyotard: “en una sociedad donde el componente comunicacional se hace cada día más evidente a la vez como realidad y como problema, es seguro que el aspecto lingüístico adquiere nueva importancia”.

Siendo las Universidades espacios institucionales privilegiados donde se gestiona el saber, el aspecto del lenguaje toma capital importancia. Están ellas obligadas a desanclarse de visiones reducidoras.

Sin embargo, no ha sido así y por el contrario, se marcha en un solo sentido, excluyente e incluso empobrecedor. Para empezar, el saber científico, que pretende ser hegemónico desde lo denotativo, niega y rechaza los enunciados valorativos, deónticos e interrogativos en post de una objetividad a ultranza. El relato en numerosas sociedades se ha caracterizado como forma por excelencia del saber. Para Lyotard: “la forma narrativa, a diferencia de las formas desarrolladas del saber, admite una pluralidad de juegos de lenguaje”.

Para el autor, el saber científico exige el aislamiento de un juego de lenguaje, cuya combinación forma el lazo social.
El resultado: un saber científico cifrado en el lenguaje denotativo despojado de humanidad y de valores, perdido para la lúdica.

No se quiere la comparación con exclusión de uno y otro, sino el reconocimiento de dos especies sin posibilidad de comparación con valor en uno y otro en sí mismos.
Para hablar de estos temas y otros en relación con el lenguaje es que deseamos invitarlos el próximo jueves 25 de abril, a partir de las 8:00 a. m. en el Auditorio Eduardo Carranza, Sede Barcelona, de la Universidad de los Llanos.  


Lyotard, J F 2005. La Condición postmoderna. Informe del Saber. Ediciones Cátedra. Trad. Mariano Antolín Rato,  1987.

viernes, 5 de abril de 2013

¿Cuál es el régimen comunicativo en Unillanos?


Hay muchos regímenes de comunicación: están los regímenes abiertos y democráticos, donde todos comunican en relación horizontal; están los burocráticos, de directiva oficial donde predomina lo informativo basado en reglamentos y normas –datos en una sola dirección- en manos del poder administrativo que normalmente no maneja lo comunicacional-; está el régimen directivo, el consensuado, el censurado, el silenciado, los ciegos, los sordos y los mudos. Dependiendo del régimen será la calidad de la institución y serán facilitados los propósitos de formar individuos integralmente ciudadanos, profesionales y científicos con sensibilidad y aprecio por el patrimonio histórico, social, cultural y ecológico de la humanidad–: fíjense que no dice “integrales”, sino “integralmente”, el acento está en el modo, no en el sujeto formado aunque este bien puede ser el resultado un proceso integral. Implicará en los formadores tal vez estrategias, modos integrales que conjuguen los varios elementos constitutivos del sujeto: cognitivos, afectivos, pragmáticos, volitivos, etc.

Igual, en su orden lo que aparece es la condición política del individuo cifrado en la categoría de “ciudadanos” con lo cual toma preponderancia lo relacional y dentro de ello lo comunicativo.

Y formar gente y sujetos activos y responsables de su comunidad que se sientan “ciudadanos” dependerá del régimen de comunicación imperante. Pero la experiencia enseña, especialmente en los últimos años, que las instituciones educativas lo que menos forman es ciudadanos. Formamos “profesionales”, gente para el desempeño y la función económica; a veces hasta logramos imprimirle a algunos pocos la dimensión científica, pero ciudadanos, “nanay”. Pavimentamos las avenidas así al anarquismo, al activismo irreflexivo, dogmático y trasnochado de las izquierdas decimonónicas.

El resto de los jóvenes ven en la práctica una contradicción del discurso que pregonan las mismas instituciones. Comunicación centralizada y monopolizada en el vértice de la pirámide directiva. Suelen graduarse como profesionales y desempeñan roles de abstencionismo y apatía en lo social y político. Tienen por qué, al captar el doble mensaje de quien los forma. Se profesa pero no se aplica, no solo en el espacio “patio abierto” de la institución sino en la misma “aula-celda”, espacio interior de formación.

Por muchas razones, en una universidad contemporánea, debe prevalecer la dimensión comunicacional. Fundamentados en la epistemología, el saber ha devenido en el objeto con el positivismo, después en el sujeto a través de la comprensión y el constructivismo  para aterrizar en la teoría de la acción comunicativa donde lo que se estila es la negociación de sentido, el acuerdo, el diálogo en la construcción de saber.

Por eso es que la Universidad de los Llanos deben hacer explícito su régimen comunicacional: quiénes, cómo, dónde, a través de qué medios, qué garantía tendrán garantizadas todos los miembros de la comunidad educativa y de qué forma accederán  a los canales informativos y comunicativos.

Y este régimen para que tenga plena validez y vigencia deberá expresarse en la estructura administrativa que defina un nuevo estatuto para la Universidad de los Llanos, amén de la profundización del humanismo a través de establecimiento de programas fuertes en esta área de formación: lingüística, filosofía, sociología, derecho, etc., al modo que lo recomienda Derrida. Si no, no tendremos “Universidad” y gozaremos Ab Eternum del airecillo de institución tecnológica de la cual aún goza la Unillanos. Con todo y doctorado.

¿Qué elementos deberá considerar ese régimen comunicacional?

Hace unos años estuvo en Unillanos el profesor Jorge Ossa, de la Universidad de Antioquia; su visita fue coordinada por la Oficina de Acreditación para predicar de comunicación. En los materiales que entregó, sin fuente, expresaba que: “La vida democrática en la escuela pasa por el asentimiento de sus miembros a principios constitutivos de reconocimiento intersubjetivo, de convivencia, participación en igualdad de condiciones, respeto, fraternidad, solidaridad, libertad de pensamiento y expresión discursiva autónoma de los sujetos con el fin de darle sentido a una comunidad de diálogo”.

“Vida democrática” es una condición de ciudadanía. Igual, es la base para construir saber a través de libre examen y expresión de la ideas. En términos de Grice, además, esta comunicación deberá bajo el dominio del principio de la “cooperación comunicativa”, bajo la égida de cuadro máximas: 1. Una contribución informativa y necesaria. 2. La veracidad de su contenido. 3. La pertinencia de su contribución y 4. La claridad y coherencia con que se expresen los enunciados. Lo demás debe ser desechado como propaganda o proselitismo. Halliday resalta, de manera conveniente en una institución educativa, que esta comunicación potencia el desarrollo, el pensamiento y el lenguaje en el sujeto. Creación de “masa crítica” como diría Alberto Baquero.

En términos de Lipman: en una comunidad de aprendizaje comunicativo “las personas cuando se ponen a dialogar están obligadas a reflexionar, a concentrarse, a tener en cuenta alternativas, a escuchar  con esmero, a prestar cuidadosa atención a las definiciones y significados, a reconocer opciones en las que antes no se había pensado, y, en general, a realizar un amplio número de actividades mentales en las que no se hubieran metido si nunca hubiera habido conversación”.

Pero hay que garantizar por lo menos cuatro disponibilidades: la disponibilidad de medios (revistas de estudiantes, de programas, acceso a producción y edición de radio y televisión a grupos organizados, etc.); disponibilidad para la interacción social y comunicativa (deseo de socializar algo); disponibilidad para ordenar sistemáticamente la experiencia (dominar el código y proceder con método) y disponibilidad para realizar operaciones abstractas; (discriminar, aplicar la lógica, inferir, etc.)