lunes, 3 de octubre de 2022

 Grupo de Estudio Da Vinci

Naturaleza de las comunidades académicas en Unillanos, ¿por qué se consolidan las ciencias exactas y económicas y desaparecen las humanidades?

 


Por: Otto Gerardo Salazar Pérez  Docente Facultad Ciencias Humanas y de la Educación. Representante de los profesores ante el Consejo de Facultad. Grupo de Estudio      Da Vinci          

Hay una discusión de fondo que esta aplazada en la Universidad de los Llanos, o al menos, digamos, que esta engabetada. Para algunos otros, es una discusión evitada ex profeso que procura al mantenimiento de un statu quo rentable y que opera bajo el mecanismo de ignorarla. Me refiero a lo que somos como "comunidad académica", lo cual, como factor de identidad, marca nuestro devenir y decurso. 

La Universidad de los Llanos surgió como una comunidad académica ab nihilo e intuitiva  hace 48 años, como respuesta al clamor de la sociedad agraria y pecuaria que éramos para entonces. El Meta era la "despensa ganadera", así  careciécemos de una vía adecuada conectada al resto de país. Dos mandatos,  para velar más de trescientos muertos de la tragedia de Quebrada Blanca, decretó el gobierno nacional en cabeza de López Michelsen en relación al Meta y la Orinoquía: el de construir una vía de optimas condiciones para conectar con Bogotá -que no se ha terminado- y la creación de una institución de educación superior en Villavicencio. 

El acuerdo del Icfes que estableció los programa iniciales dictaminó cinco: Medicina Veterinaria y Zootecnia, Agronomía, Enfermería, Licenciatura en Ciencias Agropecuarias y Licenciatura en Matemáticas y Física. Es decir, no fue producto de una discusión de grupos de disciplinares o de docentes agrupados que evidenciaron la necesidad y la formularon a partir de una comunidad insular y autónoma. De 5 programas, dos de sociohumanística, específicamente, de educación. Un 40% de los contenidos de conocimiento. 

En términos de su génesis, esto tuvo caracter heterónomo. Seguramente la dirigencia de la región, más una visión de gobierno nacional, a partir de las necesidades de desarrollo social y económico de la región formularon los programas y contenidos de base de la Universidad. 

Casi cinco décadas después la Universidad de los Llanos esta relativamente consolidada, con acreditación institucional pero limitada en lo investigativo pese al crecimiento de sus indicadores.  En la actualidad tiene 5 Facultades, 21 programas de pregrado, 15 especializaciones, 10 maestrias y un doctorado en Ciencias Agrarias.

En un contexto tan amplio, la Facultad Ciencias Humanas y de la Educación, a cargo de los programas sociohumanísticos, ha reducido drásticamente su participación. En teoría tiene cuatro programas de educación: Licenciatura en Educación Física y Deporte, Licenciatura en Educación Infantil, Licenciatura en Matemáticas en Villavicencio y Licenciatura en Educación Campesina y Rural, en procesos de recuperación después de haber perdido su acreditación como Licenciatura en Producción Agropecuaria y con muchos problemas. Se oferta por ahora solo en Granada. Con excepción de Educación Física y Educación Infantil, se registra baja demanda de matrícula para los otros dos programas.

Mientras los programas de Ciencias Económicas han superado en población estudiantil y demanda de formación en la región, a modo de la Facultad de Ciencias Básicas e Ingeniería, lo mismo que Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales. Es decir, hay un retroceso evidente de los programas de Humanas y de la Educación. Su línea de crecimiento, en la dinámica del resto de Facultades, ha sido decreciente.  Y dentro de ellas, la Escuela de Humanidades, no posee sino un profesor de carrera de tiempo completo. 

Lo cual contradice el proyecto humanístico en el cual surgió la Universidad en el medioevo a la par del surgimiento de las ciudades y la condición de ciudadanos que adquirieron sus moradores, agrupados en torno al conocimiento repartido en las disciplinas. 

Si hemos de irnos a las razones para poder reorientar los sentidos hay varias cosas que pasar al orden. 

Primero, el crecimiento de la Universidad, que va marcando su identidad, tiene un carácter heterónomo, reponde a una dinámica de mercado, bajo presión y vigilancia de órganos nacionales que deciden la rentabilidad y viabilidad económica de los programas nuevos propuestos. Es un argumento que no se puede rechazar a rajatabla. Es natural que los escasos recursos económicos para la educación superior, el gobierno nacional los tase y destine a programas que tendrán sostenibilidad económica. 

Sin embargo no puede ser el único criterio para sustentar y definir un desarrollo de una Universidad. La Universidad, desde sus orígenes, ha sido pretendida por poderes externos: en algunos casos la iglesia, como medio evangelizador y ganadoras del alma humana, en otros, por los gobiernos, que quisieron poner al servicio del sustento y consolidación de los estados nacionales nacientes y  para sus proyectos de desarrollo, y de manera actual, para el coorporativismo y el mercado de capitalismo mundial. Todos ellos refractarios al pensamiento crítico, al libre examen y la reflexión, al conomiento en sí mismo. 

El otro punto es un asunto de distribución del poder. Burton Clark define los sistemas de educación superior como "anarquias organizadas" con tendencias federalistas, que rechazan la autoridad central y burocrática. Entre una y otra tendencia, será necesario una negociación y equilibrio. Pues, mientras una tiene un poder burocrático, los grupos disciplinares administran el conocimiento de modo disperso, insular y esotérico.

En esta negociación, a partir de una evolución de conocimiento, que ha recalado y profundizado en la especialización altamente estructuradas de las ciencias exactas o naturales, las ciencias humanas, son vistas como generalistas, altamente especulativas y ajenas al paradigma científico e investigativo, con lo cual, se les ha negado incluso su estatuto científico. Minciencias, otrora Colciencias, no disimulaba su sesgo y estímulo preferente en cuentías y recursos de sus convocatorias para la investigación en ciencias exactas con desmedro de las humanidades o ciencias blandas. 

Un punto de remate que nos obliga a autoevaluarnos. Para B Clark, "conviven en la institución universitaria, distintas visiones, muchas veces contrapuestas y contradictorias entre sí".  Que tienden a ser salvadas en Unillanos, no mediante la discusión académica desde el saber de las disciplinas, sino desde el ámbito del derecho y la jurisprudencia, discurso ajeno a la naturaleza del debate interno de las Universidades lo que termina siendo una forma de endoso al poder específico basado en el conocimiento de la Universidades. 

En últimas, dentro de ello,  las políticas, que se plasman en PEIs, Planes de Desarrollo, Planes de Gobierno, etc, "contruyen los mecanismos de poder y el peso que tienen los representantes de las disciplinas más consolidadas". Y ahí tambien habría que examinar el bajo peso e incidencia de las ciencias humanas y de la educación en los equilibrios -o desequilibrios- de poder en la Unillanos y el pobre desarrollo de las humanidades en nuestra institución.