miércoles, 24 de agosto de 2022

El aula de clase que se convirtió en el tamaño de un celular

 Por: Otto Gerardo Salazar Pérez, Docente Facultad Ciencias Humanas y de la Educación. Representante de los profesores ante el Consejo de Facultad. Grupo de Estudio Da Vinci          

 

Hay un “meme” anécdota que ilustra a un teléfono celular o “móvil” en el centro de otros aparatos que le reclaman con ceño fruncido por haber sido desplazados y perdido sus funciones. Un reloj despertador, un televisor, un radio, un teléfono fijo, una linterna, una cámara fotográfica, etc.




Según Luis Ricardo Sandoval, investigador argentino, (2016), “En el actual contexto, caracterizado por ecosistemas comunicaciones densos y complejos, la telefonía móvil ha adquirido un estatus de particular centralidad en la construcción identitaria de los sujetos. Como bien ha sugerido  Morley (2009), recordando a Barthes, el teléfono móvil puede considerarse hoy el “objeto superlativo” de nuestra época, aquel en el que se consensan simbólicamente las aspiraciones, valores y sueños de una sociedad”.


Veamos el fenómeno en cifras actuales (2021-2022), según un estudio de autoría de K. Rosgaby Medina, (2022), “Estadísticas de la situación digital de Colombia en 2021-2022” de los 51 millones trescientos mil colombianos, 35.5 millones son usuarios de Internet. Es decir, un 70% de la población colombiana accede al servicio de Internet. Sin embargo, el mismo estudio revela que, 65.7 millones de colombianos acceden por conexiones a través de celulares. Una incidencia de 127.9%.


La portabilidad permanente, el bajo costo -relativo si se compara con precios de un PC, una table y otros dispositivos- y conectividad diversa que ofrece con un plan básico: telefonía, redes sociales, mensajería instantánea y otros servicios lo convirtieron en el artefacto imprescindible. Y también se esta presentando en el aula de clase.


Uno que otro estudiante, tiene un portátil, y escasos, una Tablet. Pero todos tienen un celular. Y pese a la incomodidad que puede representar leer en pantallas tan limitadas en su espacio, es el medio en el que todos leen y hacen sus trabajos. Cualquier maestro en las aulas de clase de la Universidad habrá dejado de percatarse de ello.


Para poder analizar la prevalencia del uso del “celular” o “móvil”, habría que analizar una categoría ampliamente barajada por estudiosos del tema: la “brecha digital”, como la limitación de las personas que no tienen acceso a Internet. Según García Peñalvo y Corell (2020), citado por Villela Cortés, la brecha digital puede asumirse desde tres niveles: brecha de acceso, brecha de uso y competencial.


La recurrente es la brecha de acceso. Sin embargo, tener acceso a Internet no es suficiente, cuando en un hogar, todos los miembros de la familia solo poseen una PC y deben sortear y compartir el recurso de forma limitada; la brecha “competencial” puede ser descrita como el analfabetismo digital funcional de aquellas personas que usan Internet de manera básica e incompetente; manera recreativa a lo sumo, por falta de conocimiento, entrenamiento y experticia para gestionar trámites de comercio, salud, ingreso a bases de datos especializadas, etc.


Lo evidencia de alguna manera los tiempos promedios invertidos en plataformas y dispositivos digitales: de las 10 horas promedio de tiempo usando internet por parte de los colombianos, casi cuatro horas es usado en redes sociales, que con prevalencia discurren en modos de banalidad y entretenimiento.


Aunque las principales razones para usar Internet por parte de los colombianos, sea encontrar información e investigar cómo hacer cosas y mantener contacto con sus amigos y familiares, estudiar y aprender vienen a ser la cuarta razón. Buscar información de negocio y manejar finanzas, vienen a ser las últimas razones después de trece en orden descendente.


Ahora, la pregunta: ¿cómo se plantea el aula de la clase frente a este dispositivo y su uso preponderante por parte de los estudiantes? Es evidente, y de ahí la renuencia reiterada de los estudiantes de la Universidad de los Llanos a las clases apoyadas en medios digitales, que puede existir una brecha de uso y competencial no remediadas. La primera, a partir de condiciones socio económicas que pueden impedir el acceso suficiente a medios digitales de manera amplia y autónoma, la segunda, de la esfera educativa, en el sentido de formar de manera más fuerte en lo competencial para el uso de Internet por parte de los estudiantes de Unillanos.


El simple hecho de ser joven -ya traen el “chip”, se dice- , incluso de tener acceso a Internet, no es garantía de estar a salvo de la brecha digital y la Universidad, el programa Preu, y las diferentes Facultades de la Universidad, deberán tomar cartas en el asunto. Bien sea, estimulando la investigación en esta área de la comunicación y las Tic, de manera consecuente por vía de formación de sus docentes en las mismas y, finalmente, con presencia transversal mediante la práctica y uso de medios digitales móviles en las diversas clases que permitan una integración fructífera de algo que vemos como un adversario molesto en las aulas de clase. Que nos mira desde la puerta del aula y pide asiento.

 

García Peñalvo, F. J. y Corell, A. (2020). La covid-19: ¿en­zima de la transformación digital de la docencia o re­flejo de una crisis metodológica y competencial en la educación superior? Campus Virtuales, 9(2), 83-98

Medina, K. R. Estadísticas de la situación digital de Colombia en el 2021-2022. Branc.com.co/marketing-digital en: Digital 2022 Global Overview Report. https://branch.com.co/marketing-digital/estadisticas-de-la-situacion-digital-de-colombia-en-el-2021-2022/

Sandoval, L. R. (2016). La constitución de la telefonía móvil en Argentina: marcos regulatorios, retórica publicitaria y domesticación. Nueva época, num. 25 enero-junio.

Villela Cortés, F, Contreras Islas, D. S. (2021). La brecha digital como una nueva capa de vulnerabilidad que afecta el acceso a la educación en México. Academia y Virtualidad 14(1), 169-187. https://doi.org/10.18359/ravi.5395

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