martes, 28 de noviembre de 2017

¿QUÉ HACER CON LAS TABLETAS Y LOS CELULARES EN EL AULA DE CLASE?

Por: Otto Gerardo Salzar
1 Licenciado en Filología e Idiomas. Mg. Educación.
Grupo de Investigación: Educación, sociedad y región, Da Vinci. Escuela de Humanidades. Facultad de Ciencias Humanas y de Educación. Universidad de los Llanos, Villavicencio, Colombia.
E-mail: ottogerardo@gmail.com


(Fragmento)

Introducción
Un primer abordaje teórico para asumir las “nuevas formas de leer” y la “estructuración del conocimiento” en el sujeto es la que brinda  Daniel Kahneman  en su texto: “Thinking, Fast and Slow”; Daniel Kahnemas es un psicólogo que escribe sobre la cognición,  elecciones, heurísticas y sesgos.  Es profesor de la Universidad de Princeton y en el 2002 fue  el primer no economista en obtener el premio Nobel de Economía por integrar descubrimientos de la psicología en las ciencias económicas. En sectores del mundo económico y financiero no caen muy bien sus teorías acerca de la imposibilidad predictiva de todas las previsiones de expertos analistas por vislumbrar un futuro a mediano plazo. Igual, desnuda la irracionalidad basada en  heurísticas y sesgos de  las decisiones personales en el mundo institucional público y corporativo.
            
La interdisciplinariedad puesta en juego en el tema de la psicología y la economía, haciendo un parangón, puede ser fructífera en este caso con relación a la lectura y la consolidación del conocimiento en el sujeto, las dos categorías fundamentales que procura relacionar este proyecto. Me interesa algunos abordajes, tangenciales, que hace del tema del lenguaje y la lectura, en algunos apartes de su libro: “Thinking, Fast and Slow”, traducido por Joaquín Chamorro Mielke como: “Pensar rápido, pensar despacio”. Antes de ello, me parece necesario resumir la teoría central de su libro y es esta: básicamente, que en el cerebro humano, el pensamiento, funciona a partir de dos sistemas: “Sistema 1” y “Sistema 2”, que asumen tareas diferentes a la hora de procesar información.
            
El “Sistema 1” funciona con rapidez y es prácticamente automático, como en la percepción e interpretación de imágenes. Hacemos juicios rápidos y asociamos rápidamente con información previa. Es de carácter intuitivo y se vincula a acciones de facilidad cognitiva. Es primordialmente visual.  El “Sistema 2”, examina con más detenimiento pero es un sistema perezoso. Entra en acción cuando la información no puede ser procesada por el Sistema 1 y se requiere más esfuerzo y concentración. En el caso de anomalías, contradicciones u operaciones de dificultad cognitiva, él entra en juego.
            
El resto de la teorización del libro está relacionada con los sesgos y heurísticas, formas vicarias de racionalidad que tienden a justificar irracionalidades en las tomas de decisión, que no es el propósito de este texto.
            
Primero, para Kahneman, el saber disciplinar está estrechamente vinculado al lenguaje específico de la disciplina. En sus palabras: “Aprender medicina consiste en parte en aprender el lenguaje de la medicina”. Es decir que el aprendizaje de la disciplina se vinculada a dos ejes paralelos que discurren durante largos años de formación; el saber específico de las disciplinas, sea arquitectura, derecho, medicina o cualquier saber disciplinar. Y por otra, el conocimiento del lenguaje específico que la nombra, el vocabulario enriquecido y especializado que solo los doctos o cultivados en una disciplina dominan y permiten la cognición y manipulación de su objeto de conocimiento, sea este el diseño del espacio habitacional, la leyes y teorías del derecho o el cuerpo humano, su estado de salud y sus enfermedades. Es el lenguaje que disuena para el neófito cuando oye hablar al especialista sobre su dolencia o caso. O la posibilidad de pensar, tener múltiples entradas al objeto y crear sobre el objeto de conocimiento del especialista.
            
Es una perspectiva de la lectura muy desarrollada en los Estados Unidos, denominada “Reading across the curriculum”, y “lectura y escritura para construir comunidades de conocimiento”. Investigadores como Alice S. Horning, Universidad de Oakland, Gordon Wells y Mari Haneda, del Instituto para Estudios sobre Educación de Ontario la han expuesto ampliamente.
            
En Argentina, esta misma perspectiva la representa Paula Carlino, bajo el rótulo de “alfabetización académica”. En  Chile, Juana Marinkovich Ravena  y Pilar Morán Ramírez  y en España, en su última producción, Daniel Casany, básicamente relacionada a la lectura de textos científicos.
            
Sin embargo, de la lectura de Kahneman, que hace unos aportes más desde la cognición se pueden inferir interesantes cosas. El primero de ellos, es que de manera obvia, los dos sistemas descritos por el autor, “Sistema 1” y “Sistema 2”, representan bastante bien las dos formas de leer que están puestas en juego en las nuevas formas de leer determinadas por el uso de las nuevas tecnologías informacionales. Es decir, las nuevas prácticas de lectura y escritura en dispositivos digitales personales  y  las formas o prácticas de leer tradicionales que todavía se manifiestan en ámbitos escolares centradas en el libro.
            
Repasemos: El sistema 1, dice: “…funciona con rapidez y es prácticamente automático, como en la percepción e interpretación de imágenes. Hacemos juicios rápidos y asociamos rápidamente con información previa. Es de carácter intuitivo y se vincula a acciones de facilidad cognitiva. Su núcleo es la memoria asociativa y construye continuamente una interpretación coherente de lo que sucede en nuestro mundo en cada instante. Es primordialmente visual.” Representa bastante bien las formas de leer en los nuevos dispositivos digitales.
            
El sistema 2,  “…examina con más detenimiento pero es un sistema perezoso. Entra en acción cuando la información no puede ser procesada por el Sistema 1 y se requiere más esfuerzo y concentración. En el caso de anomalías, contradicciones u operaciones de dificultad cognitiva. Es el encargado del autocontrol.” Representa, igualmente, bastante bien a la lectura tradicional centrada en el libro. Forma lógica del conocimiento, escolarizada y exigente en relación al uso del código.
            
Igual, como es evidente, las dos formas de asumir la lectura, determina dos formas de asumir y tratar el conocimiento. A la lectura tradicional, lenta, en profundidad y en extenso que propone la escuela, con muchas dificultades y resistencia para consolidar el conocimiento, la releva en la actualidad, acicateada por la tecnología informacional, una lectura rápida y superficial apoyada de manera importante en los visual y auditivo que proponen las nuevas tecnologías y que significan una nueva forma de asumir y tratar con conocimiento. Impregnado de lo emocional, fundado en el habla más que el código escrito y de carácter superficial.  Encarna un tratamiento del conocimiento anti escolar, no académico y sustentado en la experiencia vivencial del sujeto.

Mientras que uno –Sistema 2- apoya el conocimiento racional, metódico y formal, serio, el otro –Sistema 1- estimula el conocimiento intuitivo, divergente y creativo. Según Kahneman “el buen humor, la intuición, la creatividad, la credulidad y la confianza en Sistema 1 forman un grupo”.
         
Funcionar en el “Sistema 2” requiere de un esfuerzo. Como en el caso de la aritmética mental la lectura viene asociada a una dilatación de las pupilas y a un incremento de las pulsiones cardiacas. Por ello leer, bajo la forma tradicional, implica mayor profundidad en el tratamiento del conocimiento; analizar, deducir, inferir, relacionar ideas, etc., es un esfuerzo por el que siente aversión el sujeto lector. Agota y va en contra de “una ley general del mínimo esfuerzo que rige la actividad tanto cognitiva como física”. Según Kahneman, “la pereza está profundamente arraigada en nuestra naturaleza”. Agrega, “el sistema nervioso consume más glucosa que otras muchas partes del cuerpo, y la actividad mental esforzada parece ser especialmente acaparadora de glucosa”.

         Esta ley del  menos esfuerzo también se manifiesta en la lingüística como una constante universal en el habla: el deseo de mayor expresión con el  menor esfuerzo. Por ello los hablantes acortan los nombres o reducen a uno los compuestos y, las palabras, se funden y contraen con palabras vecinas y procuran siempre decir más con menos.
Kahneman trae a colación un interesante ejemplo al respecto. Sostiene que “las palabras fácilmente pronunciables provocan una actitud favorable. A las compañías con nombres pronunciables les va mejor que a otras la semana después de emitir sus acciones, aunque el efecto desaparece con el tiempo. De los nombres cortos y recordables  depende en parte la popularidad de un sujeto.
           
De otra parte el tiempo necesario para convertirnos en expertos o desarrollar totalmente la habilidad de leer de manera competente, está asociado a un largo y sostenido esfuerzo. Kahneman cita estudios sobre maestros de ajedrez que requieren al menos 10.000 horas de práctica. Lo que equivales a seis años ejercitando durante cinco horas diarias para alcanzar un nivel máximo. Sostiene que:
 “…aprender en el ajedrez hasta alcanzar un alto nivel puede compararse a aprender a leer. El principiante se esfuerza por reconocer las letras y juntarlas en sílabas y palabras, pero el buen lector adulto percibe oraciones enteras. Un lector experto también ha adquirido la capacidad para juntar elementos familiares en una nueva combinación, y al instante puede reconocer y pronunciar correctamente una palabra que nunca antes ha visto”.
Es decir, que así como el ajedrecista experto puede ver y reconocer en instantes jugadas completas y anticipar acciones, el lector desarrolla habilidad y rapidez para comprender el asunto global de un texto, reconocer sus partes, hacer inferencias, anticipaciones y deducir información implícita en el texto.

Por todo lo anterior, y desde el punto de vista de Kahneman, podemos deducir la dificultad diaria que afronta la escuela para enseñar a leer, que básicamente consiste en enfrentar al sujeto a la ejercitación de un “Sistema 2”, perezoso y con aversión al esfuerzo pero que sin embargo, significa la forma de acceder al conocimiento de manera profunda, crítica y analítica según la exigencia de ciertos conocimientos y disciplinas.

Y se puede comprender también, la popularidad de los medios informáticos computacionales contemporáneos que  ofrecen desde la integración de la imagen, el audio, el texto y el video, un potencial acceso al conocimiento desde el “Sistema 1”, automático, asociativo y placentero, pero necesariamente superficial.

Lo que no está claro cómo adaptar, cómo tratar, cómo valorar la emergencia de estas nuevas prácticas de leer en relación al conocimiento necesario para un sujeto que debe formarse no solo para la comunicación y la expresión, sino como sujeto social, político, humanista y crítico en relación al conocimiento, pues en últimas, de ello dependerá, su sobrevivencia y autonomía como individuo y la construcción de lo social en el escenario supuesto de las “sociedades del conocimiento”. 

COMUNICACIÓN Y CULTURA A TRAVES DE LAS REDES SOCIALES

Por: Otto Gerardo Salazar
1 Licenciado en Filología e Idiomas. Mg. Educación.Grupo de Investigación: Educación, sociedad y región, Da Vinci. Escuela de Humanidades. Facultad de Ciencias Humanas y de Educación. Universidad de los Llanos, Villavicencio, Colombia.
E-mail: ottogerardo@gmail.com

(Fragmento)

Resumen
Este ensayo reflexiona sobre las posibilidades de investigación en Comunicación y Cultura en el ámbito de Latinoamérica. Lo hace a partir de las definiciones claves de Jesús Martín Barbero, Maria Innacolata Vasallo, Raúl Fuentes Navarro y Luis Ricardo Sandoval, entre otros. Parte del reconocimiento de la nueva realidad tecnológica configurada por los medios digitales, la centralidad de uno de ellos, y las implicaciones en relación a los nuevos lenguajes que generan los nuevos dispositivos digitales y la forma de acceder y usar el conocimiento.
Palabras clave: “Comunidades virtuales”, “objeto superlativo”, “convergencia digital”, “hipertextualidad”
Abstrac
This essay reflects on the possibilities of research in Communication and Culture in the field of Latin America. It does so from the key definitions of Jesus Martín Barbero, Maria Innacolata Vasallo, Raúl Fuentes Navarro and Luis Ricardo Sandoval, among others. Part of the recognition of the new technological reality configured by digital media, the centrality of one of them, and the implications in relation to the new languages generated by the new digital devices and the way to access and use knowledge.

Introducción: la Comunicación desde la redes sociales
Latinoamérica y el Caribe cuentan en la actualidad con unos 333 millones de usuarios de internet dentro de una población que se calcula en 618 millones. En términos de acceso y uso al internet, es una cifra superior a la de los Estados Unidos, que cuenta con un 313 millones de usuarios. Según la Cepal, el 43.4% del total de los hogares estaban conectados a Internet en 2015, casi duplicado el valor de 2010, indica el informe Estado de la banda ancha 2016 que se presentó en la segunda reunión de la Conferencia de Ciencia, Innovación y TIC celebrada en Costa Rica. Según el informe, “el acceso a conexiones de banda ancha aumentó fuertemente en el período analizado, particularmente en la modalidad móvil, que pasó del 7% al 58% de la población entre 2010 y 2015.

Ahora, de esos 333 millones de usuarios de Internet, unos 200 millones lo usan  para entrar en redes sociales como: Facebook -91.000 millones de usuarios, siendo la mayor red social mundial-, Windows Live Profile, Orkut, Twitter, Badoo, Slideshare, Sonico, LinkedIn, MySpace, Fotolog, se reparten el resto, según comscore.com. Ingresan a estas redes de manera diaria, varias veces al día. Se calcula que entre una 30 a cincuenta veces por día, en interacciones permanentes de visualización de perfiles de amigos o potenciales amigos y el propio perfil, donde se califican y comentan imágenes, videos, fotos subidas; se dejan fragmentos de conversaciones, noticias, gifs, en un hipertexto abigarrado, múltiple de infinitas conexiones de interacción. Son base de archivo personal, un poco de biografía y constructoras de identidades de los sujetos jóvenes.

Constituyen las que son denominadas “comunidades virtuales” y son los espacios de comunicación y socialización de manera central en las sociedades actuales. Como especies de agujeros negros, han terminado por asimilar en ellas, a los medios tradicionales de información como la televisión, la radio, la prensa escrita. Son los más grandes mercados de consumo de información en los que están interesados las grandes empresas y son un factor económico dinamizador y central en el mundo actual. Para muchas personas, jóvenes y adultas, ahora es inconcebible un mundo sin las redes sociales. Son punto de información, interacciones y construcción de identidad. El hecho de que alguna de estas redes quede fuera de servicio temporalmente, colapsa la interacción de millones de usuarios en relaciones de tipo social y comercial.

Lo anterior viene a resaltar la afirmación de Maria Immacolata Vasallo, sobre la “centralidad de la comunicación en el propio modo organizativo de la sociedad contemporánea” y en los términos de Jesús Martín Barbero, sobre lo determinante en la configuración de “un nuevo espacio público y de ciudadanía”.
Si habremos de atenernos, en los términos de Martín Barbero, a la premisa necesaria para estudiar la comunicación desde “los modos populares de relacionarse y las maneras que la gente tiene de estar juntos y sentirse juntos”; las redes sociales se revelan entonces como el campo básico para la investigación en comunicación y  cultura. Lejos del modelo informacional que despacha Stuart Hall, o del enfoque superado de los estudios de recepción que estudiaba los efectos de los medios masivos de comunicación que critica el mismo Martin Barbero, tenemos ahora un gran espacio de investigación de la comunicación y la cultura; “embrionario de una nueva ciudadanía y como espacio público”, pero ineludible en sus cifras abrumadoras, en las modificaciones radicales de ser y relacionarse para los sujetos contemporáneos, y en el uso y  la presencia cotidiana en la vida de la población latinoamericana del caribe.

El objeto superlativo
El gran crecimiento y acceso a las redes sociales no se explican solo por la disponibilidad de internet. Ni siquiera por la dotación de (Pc)s en hogares, instituciones educativas o sitios de trabajo. Si a principios de siglo XX, la radio fue el objeto central en la información que se instaló en las salas y dormitorios de los hogares, en torno al cual se sentaba la familia a recibir noticias, disfrutar de la música transmitida en vivo, o gozar de espectáculos en directo, con el desarrollo y consolidación de la tecnología de la televisión –que incorporaba imagen y sonido a la vez- esta centralidad se desplazó a las pantallas de los televisores, con índices de penetración e influencia en las audiencias en términos comerciales y políticos.
Los medios audiovisuales masivos no solo eran capaces de transmitir e informar sobre la realidad, sino de construirla, al establecer las agendas informativas. Los hechos eran tal si eran o no registrados por los grandes medios de información y los grupos de poder económico y político, con los que siempre están articulados, tuvieron el poder para influir en grandes audiencias. Adelantaron el valor de la imagen, de lo visual, por encima de los medios escritos de la gran presa que resintieron el primer embate de un medio que se volvió central en el consumo simbólico de las familias. Surgieron en los 60 en América Latina como instalación y monopolio de los convulsivos y tambaleantes Estados para pasar en los  80 a manos de particulares, perdiendo la garantía y el servicio de ser medios de comunicación comunitarios, con prevalencia de intereses comerciales y políticos de quienes tenían los medios para detentarlos. Conglomerados como: Televisa en México; O Globo en Brasil; El Clarín, en Argentina; El Tiempo, en Colombia, entre otros.
Esa centralidad, con convergencia digital, recién el siglo XXI recayó en la telefonía móvil. En términos de Luis Ricardo Sandoval, “…la telefonía móvil ha adquirido un estatus de particular centralidad en la construcción identitaria de los sujetos (…) el teléfono móvil puede considerarse hoy el objeto superlativo de nuestra época, aquel en el que se condensan simbólicamente las aspiraciones, valores y sueños de una sociedad”.

De objetos tecnológicos sociales y compartidos como la radio y la televisión, los teléfonos móviles o celulares, pasaron a los sujetos en particular, a sus manos, personalizando su consumo informativo inmediato, que dejó de ser local y regional, para volverse global, permitiendo la interacción instantánea  en potencia con sujetos de otras latitudes del mundo. También, la dimensión “comunicativa”, tuvo real emplazamiento en las redes sociales mediante la telefonía móvil e implementó de manera efectiva el internet 0.2 que superaban la circulación unidireccional de los medios masivos tradicionales donde el sujeto era casi receptor exclusivo de la información filtrada y limitad de los medios masivos de comunicación.
El teléfono móvil, se convirtió así en “santo y seña” para las nuevas generaciones, que por su portabilidad, comercialización y una amplia oferta de diseños y precios, les permitió a los jóvenes integrarse en un nuevo tipo de sociedad más amplia, más plural y que básicamente permitía la interacción que con los medios que no tuvieron las generaciones pasadas. Y no sólo esto, les permitió a cada uno de ellos, ser constructores de sus relatos, dar versiones alternativas y recusar el poder exclusivo de los medios masivos de información por una construcción colectiva basada efectivamente en la comunicación.
Sus formas de consumo, a través de múltiples aplicaciones, marcan las pautas de viajar, hospedarse, adquirir ropa, calzado y alimentación, o acceder a esparcimiento por medio de la telefonía móvil. Las formas de trabajar incluso, están hoy en día mediadas por la telefonía móvil. De acuerdo a un informe de Cisco, “uno de los principales fabricantes de equipos de redes, se proyecta que durante los próximos cinco años existirán alrededor de 5.500 millones de usuarios de móviles, lo que representa el 70 % de la población mundial para el 2020”.

De manera importante, no solo por objeto fetiche en el que se convirtió el teléfono móvil, sino por su particular disponibilidad y portabilidad en cualquier momento del día, a través de las “selfies” son un factor de consumo, negocios, construcción de identidad y socialización. El mismo informe Cisco sostiene que “el video móvil tendrá un índice más alto de crecimiento que cualquier otra aplicación. La demanda de consumo y negocios por videos de alta resolución, más ancho de banda y procesadores rápidos incrementará el uso de dispositivos 4G. La red 4G representará más del 70 por ciento de todo el tráfico móvil, y las conexiones 4G generarán cerca de seis veces más tráfico por mes que las conexiones no 4G en el 2020. Es decir, en apenas tres años en Latinoamérica el tráfico de datos móviles crecerá 8 veces. Lo cual hará prevalecer lo audiovisual como medio de comunicación, por encima de la imagen misma.

viernes, 23 de junio de 2017

Cultura y Sobrevivencia

La cultura es algo difícil de ver, y más aún, de pensar y reflexionar. Parece obvia en principio: es incluso algo “ordinario”, al decir de Raymond Williams. Está en la parada del autobús, en la estación del tren, en una cartelera de cine, en los dibujos animados, en el paisaje, e incluso, en los “no lugares” de Marc Augé, citado por García Canclini en Consumidores y Ciudadanos. Está por todos lados y a fuerza de su presencia la perdemos de vista. Tal vez un extranjero la note al llegar, le parezca pintoresca y decida hacerse una “selfie” que refuerce su autoconfiguración en su perfil personal de una red social. O lo que llaman en el discurso de los estudios culturales, “la construcción de identidades” a partir del uso y apropiación de las nuevas tecnologías comunicacionales.

Si no es la mirada de un “alguien” de afuera a lo mejor requiramos de la mirada de un experto para hacernos una idea de lo que es “cultura”. Muchas veces vi el cuadro “Las Meninas” de Velásquez y no me decían mayor cosa, como el término “cultura”; a no ser el ambiente retratado de una corte en Europa. En términos de Ortega, vengo a ser un hombre irritado de la masa por no comprender el arte de las elites. Veía sin mirar. Ver es un derrame del sentido de la vista, la mirada en cambio necesita un guía. Foucualt, con palabras hace ver en la introducción magistral de “Las palabras y las cosas” lo que potencialmente puede mirarse en el cuadro. Cosas que para los demás y para uno pasan desapercibidas.

Pero para el caso, bien podría el neófito afirmar con cierto alarde que la cultura es “todo”. Y punto. O aquel que tiene aspiraciones podría insinuarse suspicaz haciendo la sesuda pregunta de, ¿qué es cultura? Una vez un pequeño galerista de pueblo me fusiló con la pregunta de ¿qué es arte?, y me dejo mudo. No quería la respuesta, estoy seguro, sino mi ignorancia. Así que se la ofrendé. Vale igual por ahora con lo que es o viene a ser cultura.

Pero para aprovecharnos de Foucualt y de su introducción, vale algunos elementos de su introducción en las primeras líneas de capítulo I de Las Meninas. La necesidad de cierto alejamiento para poder mirar lo que es la cultura. Es lo que hace el pintor cuando analizando su cuadro se dispone a pintarlo o lo termina. Hay que alejarse un poco, “mirar los toros desde la barrera”, como decían los viejos, expresión formularía de su saber oral tradicional. Y vale aquí de nuevo la metáfora del extranjero, la mirada del extraño para percibir de manera nueva, como la mirada exploratoria de un menor, cargada de sorpresa y novedad, no por la cosas en sí, sino por su mirada de descubrimiento.

Es la visión desde afuera la que hace ver de golpe y sin dificultad lo que es cultura, lo que es característico a una comunidad en su vestir, en su hablar, en su comer, en su habitar y relacionarse con los otros. Para los que están inmersos en ella no es ni más ni menos que su cotidianidad.

Refiere Llinás en su libro: El cerebro y el mito del yo que en sus viajes disfrutaba la riqueza de las diferencias culturales, de creencias y de perspectivas. “Hoy día no es así; por ejemplo, los niños de Asia, Europa o África desean los mismos productos de consumo (…) Esta tendencia hacia la igualdad se observa por doquier, en la medida en que todo se copia, lo bueno y lo banal –y, en general, es más fácil copiar lo banal que lo profundo”.

¿Qué fue lo que paso? ¿Y es deseable un mundo homogenizado en los patrones culturales, en los gustos y creencias? ¿O pueden ser una amenaza incluso a la identidad que cada cultura ha generado en nosotros con minucioso detalle a través de varias generaciones?  Igual, esa cultura global, tiene aristas poco deseables, como un cierto desprecio al saber en pos de un entronizamiento de lo banal.

Sabemos que los medios de comunicación y la publicidad que los sustenta, tiene mucho que ver en ello, pero para Llinás, el advenimiento de la Red y un potencial perfeccionamiento de ésta en el futuro redobla el peligro: “A medida que la Red se haga más eficiente, estas maquinaciones influirán profundamente la autopercepción y se redefinirá el concepto mismo de “sí mismo”. Esto en menoscabo de la capacidad de discernir, de la identidad individual y del dominio de nuestras ideas”.

La discusión está servida en los dos titanes de la Cultura y la Comunicación latinoamericana y en sus textos canónicos: Jesús Martín Barbero y García Canclini. Dejando de lado discretamente el legado de los estudios culturales de Birmingham (algunos reconocen abiertamente su inadecuación, su previo ejercicio antes de su denominación y la necesidad de destrabar la subordinacion de pensar o escribir sobre los “Cultural Studies” en América Latina, según Daniel Mato); uno afirma -Martín Barbero- la agregación y nueva unidad en lo que antes llamábamos pueblo y ahora nombramos sociedad civil. Mientras el otro -García Canclini- anuncia su desintegración.

“Martín Barbero, se aleja del indigenismo y el populismo, y considera que las esperanzas nuevas se afincan más bien en los sectores populares urbanos. En las solidaridades duraderas y personalizadas de la cultura barrial y de los grupos artísticos, en los graffitis y en la música juvenil, en los movimientos de mujeres y de pobladores pobres”, apunta García Canclini en la introducción a “De los medios a las mediaciones”.

Para García Canclini la cultura ni siquiera está en estos grupos de esperanza. “La cultura es un proceso de ensamblado multinacional” (García C, pág. 16) y la expresión local de los sectores populares urbanos bajo la conformación de diversos agrupamientos pierden la visión global de sus propias urbes. “Las ciudades latinoamericanas son cada vez más sedes de catástrofes” (…) “Todo exige tomar con prevenciones el elogio a la diseminación y la multipolaridad como bases en una vida más libre, formulado por teorías urbanísticas posmodernas y movimientos autogestionarios de las últimas décadas”. (García C, pág. 77).

Martín Barbero, aunque hace un reconocimiento al pueblo, convertido en masa, transfigurado en sociedad civil; examina las teorías de estudiosos del tema de la cultura y revisa las posiciones del marxismo, la sociología norteamericana y el existencialismo europeo: Ortega y Gasset, Oswald Spengler, Le Bon, Daniel Bell, Freud, y básicamente concluye que son los medios o las mediaciones los que realizan la funciones de socialización y confirman el descentramiento de la escuela y la familia. El conocimiento fluye por los medios y no por las instancias tradicionales de formación y es a partir de ellos que se construyen las identidades y se negocian los sentidos. Y remata: “melodrama y televisión le permiten a un pueblo convertido en masa reconocerse como actor de su historia, proporcionando lenguaje a “las formas populares de la esperanza”. Ese es el reto que entraña nuestra propuesta”.

Es decir, comprender lo popular, el pueblo, que de manera alternativa construye su cultura a través de los medios que recepciona y apropia.

Sin embargo, en términos de lo político, de manejo privilegiado con que acaparan las clases dominantes o elites los mejores bienes culturales de manera que logran transferir y heredar un capital cultural significativo a las generaciones que los suceden, es necesario hacer algunas puntualizaciones y señalar cierta precariedad en esta opción.

No se puede renunciar a los bienes culturales que ofrecen oportunidad de sobrevivencia y bienestar por una negación y saboteo sistemático, forzando soluciones con base en la precariedad técnica –la telenovela, el regguetón y el graffiti que marca el desalojo de las clases populares de los espacios consagrados al arte- por la implosión de proyectos regionales o nacionales. “La disolución de las monoidentidades” que llama García Canclini.

Primero, que la solución de lo cultural para los sectores populares, marginadas de la educación o con educación de baja calidad, que facilita el acceso y goce de los bienes culturales, lo es pero en términos de precariedad, con lo cual se pone en evidencia que cierta marginalidad de la cultura que esta jugada en la escuela. Bordieu, en relación a la formación en arte sostiene que en la escuela “hay una acumulación colectiva de recursos colectivamente poseídos, y una de las funciones de la institución escolar en todos los campos y en el campo del arte en particular es dar acceso (desigualmente) a esos recursos”. (Bordieu, P; Pág. 38. 2011).

Los sectores populares latinoamericanos lanzados a las urbes por procesos violentos y sistemáticos de desterritorialización no logran acceder a los bienes de calidad de la cultura. Ni siquiera logran acceder a la ciudad, así la habiten. (…) los sectores populares, o sea quienes no tienen auto, ni teléfono, tienden a restringir el horizonte de la ciudad al propio barrio: allí se elaboran la redes de interacción que despliegan modalidades distintas dentro de una misma urbe y solo se abren –limitadamente- a las grandes venas de la ciudad cuando los pobladores deben atravesarla para viajar al trabajo, realizar un trámite o buscar un servicio excepcional.” (García C, pág. 82).


En una investigación llevada a cabo en 1990 sobre el II Festival de la ciudad de México, García Canclini logra una buena radiografía del acceso de los sectores populares a los bienes culturales que oferta un evento semejante: Solo cuatro grupos cubrieron casi las tres cuarta partes del público: estudiantes (20.91%), empleados (19.90), profesionales (17.78%) y trabajadores del arte (14.18&). Los obreros estuvieron representados con 2.14%, los artesanos con 1.37% mientras que los jubilados y desempleados no alcanzaron el 1%. Observa García C: “El festival de la ciudad reproduce las segmentaciones de la población engendradas por la desigualdad en los ingresos, la educación y la distribución residencial de los habitantes”. 

Proyectos Políticos Nacionales y Educación

Este ensayo reflexiona sobre el déficit histórico de los sistemas educativos en algunos países latinoamericanos y su relación con el desarrollo social y consolidación de los proyectos nacionales. Señala los elementos de una negación sistemática de la educación hacia los sectores populares a través de varias medidas entre las que se pueden considerar: segregación por normas, baja formación del cuerpo docente que atiende la educación pública, desfinanciamiento crónico y abandono de las funciones del Estado en su responsabilidad de atender el derecho fundamental de la educación como garantía de igualdad para todos los sectores de la sociedad mediante el estímulo a la educación privada. Vincula la falla de los sistemas educativos a la frágil institucionalidad de las naciones, al limitado desarrollo social.

Mucho antes de los procesos de insubordinación y consolidación de los procesos de independencia de las nuevas naciones latinoamericanas, era evidente la restricción de la educación en los vastos territorios del dominio español. La prohibición expresa de la importación de imprentas hacia el territorio americano, el impedimento a la libre circulación de textos y la limitación en los centros de enseñanza a contenidos del escolasticismo, contrariando incluso las disposiciones de planes de estudio renovados que había ordenado impartir Carlos III, para la enseñanza de las matemáticas, geografía, medicina y astronomía. Esta enseñanza era considerada por los padres dominicos, que atenazaban la educación en América, como vulneraciones en contra de la doctrina de la iglesia.

Un plan de renovación del plan de estudios de medicina para el Colegio Mayor de Cundinamarca, en Virreinato de Nueva Granada, propuesto por José Celestino Mutis en 1762 -promotor de líder de la primera expedición botánica en América llevada cabo por españoles-, se vio frustrado al no tener maestros que aplicaran a esas cátedras y asumieran la enseñanza a las nuevas generaciones, mientras las pestes como la viruela y otras enfermedades azotaban el virreinato. (Arciniegas, G., 1938).

Con el advenimiento de las nuevas naciones, las cosas no cambiarían mayormente. Los colegios en la Gran Colombia, nombre que adoptó la porción del virreinato de Nueva Granada que comprendía las actuales Colombia, Venezuela y Ecuador, siguió en manos de órdenes religiosas y el acceso a ellos estaba limitado para jóvenes de clases altas. La mayoría de la población era analfabeta. El ejercicio ciudadano para el voto, igual, quedó supeditado al grado de formación y tenencia de tierra, con lo cual la mayoría de la población quedó excluida del ejercicio político y cimentó las bases de un Estado débil y excluyente.

En un trabajo para la UNESCO sobre educación (1992), Ernesto Schiefelbein consignaba: “La calidad –en el contexto histórico y social de América Latina- está relacionada con cosas tan simples como la lectura, escritura y matemáticas elementales y un aprendizaje que tenga relación con la vida cotidiana. Estas destrezas parecen demasiado simples para muchos observadores pero son muy difíciles de lograr en la escuela pública promedio, que atiende a la mitad más pobre de la sociedad”.

Para algunos críticos, como Miguel de Zubiría Samper (1995) esta “calidad” deficiente, no viene a ser otra cosa que un escamoteo solapado, una sustracción disimulada, una restricción con tradición histórica para negar la educación a los sectores populares de América Latina.

Los costos sociales en términos de desarrollo y consolidación de los sistemas educativos en la región, igual, se corresponden con proyectos políticos de Nación o Estado frustrados en América Latina donde, pese a unos doscientos años de transcurrir histórico, los términos de democracias efectivas e incluyentes, están lejos de cumplirse. Carlos Alberto Torres (2001) sostiene que el mensaje ilustrador fue claro: “no hay grandes probabilidades de avance social sin mayores y mejores niveles educativos (…) la educación aparece no solo como consumo sino como una inversión de enorme rentabilidad”.

“La educación elemental y secundaria en la región –subraya- continua siendo segregada por clases sociales: los pobres estudian en la escuela pública, y los sectores medios y altos florecen educativamente en instituciones privadas”.

Un conjunto de medidas, desde prohibiciones expresas de segregación, fractura de sistema educativo por  clases, estratificación, escalonamiento a manera de compuertas, con niveles de calidad dispar, desfinanciación crónica, no profesionalización del ejercicio docente, desinstitucionalización de la educación pública transferida al sector privado, han terminado por constituir sistemas educativos fallidos y han promovido estados y proyectos de nación frustrados en perennes estados de subdesarrollo, jugados en las sociedades actuales del conocimiento donde la brecha del conocimiento se agiganta cada vez más en relación a las naciones desarrolladas. Las consecuencias, de manera clara, se expresan no solo en los niveles de subdesarrollo social sino en los logros de consolidación de los proyectos de nación en América Latina, sometidas en términos nuevos a crisis internas y a procesos de dominación y sometimiento por parte de intereses externos.