Este ensayo reflexiona sobre el déficit
histórico de los sistemas educativos en algunos países latinoamericanos y su
relación con el desarrollo social y consolidación de los proyectos nacionales.
Señala los elementos de una negación sistemática de la educación hacia los
sectores populares a través de varias medidas entre las que se pueden
considerar: segregación por normas, baja formación del cuerpo docente que
atiende la educación pública, desfinanciamiento crónico y abandono de las
funciones del Estado en su responsabilidad de atender el derecho fundamental de
la educación como garantía de igualdad para todos los sectores de la sociedad
mediante el estímulo a la educación privada. Vincula la falla de los sistemas
educativos a la frágil institucionalidad de las naciones, al limitado desarrollo
social.
Mucho antes de los procesos de
insubordinación y consolidación de los procesos de independencia de las nuevas
naciones latinoamericanas, era evidente la restricción de la educación en los
vastos territorios del dominio español. La prohibición expresa de la
importación de imprentas hacia el territorio americano, el impedimento a la
libre circulación de textos y la limitación en los centros de enseñanza a
contenidos del escolasticismo,
contrariando incluso las disposiciones de planes de estudio renovados que había
ordenado impartir Carlos III, para la enseñanza de las matemáticas, geografía,
medicina y astronomía. Esta enseñanza era considerada por los padres dominicos,
que atenazaban la educación en América, como vulneraciones en contra de la
doctrina de la iglesia.
Un plan de renovación del plan de estudios de medicina para el
Colegio Mayor de Cundinamarca, en Virreinato de Nueva Granada, propuesto por
José Celestino Mutis en 1762 -promotor de líder de la primera expedición
botánica en América llevada cabo por españoles-, se vio frustrado al no tener
maestros que aplicaran a esas cátedras y asumieran la enseñanza a las nuevas
generaciones, mientras las pestes como la viruela y otras enfermedades azotaban
el virreinato. (Arciniegas, G., 1938).
Con
el advenimiento de las nuevas naciones, las cosas no cambiarían mayormente. Los
colegios en la Gran Colombia, nombre que adoptó la porción del virreinato de
Nueva Granada que comprendía las actuales Colombia, Venezuela y Ecuador, siguió
en manos de órdenes religiosas y el acceso a ellos estaba limitado para jóvenes
de clases altas. La mayoría de la población era analfabeta. El ejercicio
ciudadano para el voto, igual, quedó supeditado al grado de formación y
tenencia de tierra, con lo cual la mayoría de la población quedó excluida del
ejercicio político y cimentó las bases de un Estado débil y excluyente.
En un trabajo para la UNESCO sobre
educación (1992), Ernesto Schiefelbein consignaba: “La calidad –en el contexto
histórico y social de América Latina- está relacionada con cosas tan simples
como la lectura, escritura y matemáticas elementales y un aprendizaje que tenga
relación con la vida cotidiana. Estas destrezas parecen demasiado simples para
muchos observadores pero son muy difíciles de lograr en la escuela pública
promedio, que atiende a la mitad más pobre de la sociedad”.
Para algunos críticos, como Miguel de
Zubiría Samper (1995) esta “calidad” deficiente, no viene a ser otra cosa que
un escamoteo solapado, una sustracción disimulada, una restricción con
tradición histórica para negar la educación a los sectores populares de América
Latina.
Los costos sociales en términos de
desarrollo y consolidación de los sistemas educativos en la región, igual, se
corresponden con proyectos políticos de Nación o Estado frustrados en América
Latina donde, pese a unos doscientos años de transcurrir histórico, los
términos de democracias efectivas e incluyentes, están lejos de cumplirse.
Carlos Alberto Torres (2001) sostiene que el mensaje ilustrador fue claro: “no
hay grandes probabilidades de avance social sin mayores y mejores niveles
educativos (…) la educación aparece no solo como consumo sino como una
inversión de enorme rentabilidad”.
“La
educación elemental y secundaria en la región –subraya- continua siendo
segregada por clases sociales: los pobres estudian en la escuela pública, y los
sectores medios y altos florecen educativamente en instituciones privadas”.
Un
conjunto de medidas, desde prohibiciones expresas de segregación, fractura de
sistema educativo por clases, estratificación,
escalonamiento a manera de compuertas, con niveles de calidad dispar,
desfinanciación crónica, no profesionalización del ejercicio docente, desinstitucionalización
de la educación pública transferida al sector privado, han terminado por
constituir sistemas educativos fallidos y han promovido estados y proyectos de
nación frustrados en perennes estados de subdesarrollo, jugados en las sociedades
actuales del conocimiento donde la brecha del conocimiento se agiganta cada vez
más en relación a las naciones desarrolladas. Las consecuencias, de manera
clara, se expresan no solo en los niveles de subdesarrollo social sino en los
logros de consolidación de los proyectos de nación en América Latina, sometidas
en términos nuevos a crisis internas y a procesos de dominación y sometimiento
por parte de intereses externos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario