domingo, 20 de noviembre de 2016

SOCIALISMO DEL SIGLO XXI CONSOLIDACION Y DECLIVE DEL PROCESO EN VENEZUELA

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez

El 30 de enero de 2005, seis años después de acceder el poder, con su voz estentórea y tono retador, el presidente de la rebautizada República Bolivariana de Venezuela anunció la adhesión de su gobierno al “Socialismo del Siglo XXI”. El gobierno de los Estados Unidos aún no se recuperaban del golpe sufrido por Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001 y el conflicto colombiano se aprestaba a entrar a una de sus fases más violentas de los últimos años que, no solo generaría inestabilidad en el propio territorio sino que amenazaba por primera vez integrar en su vorágine a los territorios de los países vecinos; Venezuela y Ecuador, principalmente.

El anuncio tuvo ecos y reminiscencias evidentes en la región y el continente con el proceso cubano y su revolución de 1959. Al decir de Halperin Donghi (1969, pág 545), “la isla rebelde, aislada políticamente de éste, estaba obsesivamente presente en él a través de la imaginación colectiva…”.  Revivió en Washington y su memoria histórica los afanes del presidente Kennedy por frenar una revolución en Cuba que tuvo como objeto central, en principio, derrocar el régimen corrupto de Batista pero que con los días derivó hasta convertirse en el primer régimen socialista en el continente.

Desde su independencia de España, Cuba había sido un protectorado estadounidense hasta 1934 y la concentración de la propiedad en la isla en manos de inversores estadounidenses era alta antes de la revolución. (Skidmore, pág. 282). Así que su perdida, por vías políticas y económicas, más las expropiaciones a su industria petrolera en la isla, afectaba radicalmente un sentido de coloniaje largamente larvado y establecido en la isla.

La declaración de Chávez, aun cuarenta y seis años después de la revolución cubana, sin duda, prendía las alarmas. Para Bush, Chávez “era parte de un eje del mal junto a Cuba” (Ansaldi, W: pág. 589)

Dieciséis años después de la caída del muro de Berlín, que como hecho simbólico clausuró la era de los “socialismos reales”, un presidente latinoamericano del trópico anunciaba un nuevo socialismo. ¿De qué clase de socialismo estaba hablando? ¿Se trataba del mismo que arrastraba con dificultad la isla ahora que la Unión Soviética había desaparecido? ¿Era un socialismo que revaluaba el socialismo del siglo XX y profundizaba en sus conceptos básicos? ¿Qué elementos nuevos de modernización o adecuación al siglo XXI presentaba la nueva propuesta? ¿Resultaba ser un anacronismo?

El anuncio coronaba una larga cadena de eventos que en Venezuela iniciaron el año de 1989 en lo que se denominó el Caracazo, “la rebelión popular desatada en la ciudad capital del país los días 27 y 28 de febrero en respuesta a las medidas aplicadas por el Gobierno por presión del FMI. (Ansaldi, W: pág. 589), y en general, como respuesta ciudadana el descrédito del sistema de partidos en Venezuela: el COPEI y la Alianza Democrática.

Chávez, se había proyectado a la luz pública en 1982, como cofundador del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, denominado así en celebración y memoria del natalicio del libertador Simón Bolívar. Fue un oficial del ejército de ejemplar desempeño y había cursado una maestría en Ciencias Políticas. En conjunto con otros oficiales había visto con mirada crítica los últimos sucesos de corrupción y degradación de la democracia en Venezuela.

Diez años después, en 1992, dio un golpe de estado fallido en contra del presidente Carlos Andrés Pérez, por lo cual estuvo detenido dos años. Liberado en 1994 por el presidente Rafael Caldera estableció las bases de lo que sería su movimiento político de inspiración bolivariana, el Movimiento Quinta República, que sería la base de una alianza con otros sectores de izquierda que lo llevaron a la presidencia en 1998.

Sin embargo, en un nuevo contexto histórico y revolucionario, la ideología libertaria de Bolívar no era suficiente, y la teoría del socialismo apuntaba fisuras, como lo ponía de presente el caso de Cuba y la Unión Soviética. 

El concepto de “Socialismo del Siglo XXI” había sido concebido en 1996 por un profesor ruso de economía, Alexander Buzgalin, de la Universidad Estatal de Moscú. A su vez, había sido puesto en circulación en Latinoamérica por el mexicano de ascendiente alemán, Heinz Dieterich Steffan. Sustentado en cuatro ejes: desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y las organizaciones de base.

El “Socialismo del Siglo XXI” era la respuesta necesaria a la pregunta de qué socialismo sería posible después del fracaso de los “socialismos reales” de economía central planificada, gobierno de partido único, burocracia de estado ineficiente, totalitarismos y purgas de los contradictores del sistema. Un régimen y un estilo de gobierno que había sido trasplantado al caribe con serias dificultades y limitaciones.

No obstante, el surgimiento y consolidación de proyecto en Venezuela obedecía a razones de orden histórico que señalan una larga trayectoria de relación entre el gobierno de Cuba y las causas de la izquierda en Venezuela, no en pocas ocasiones, abrazados por miembros de la Guardia venezolana.

En relación a la ambicionada revolución continental, en parte, como estrategia para romper el bloqueo económico y político al que sometía Estados Unidos a Cuba, y en parte, como deber mesiánico y liberador que se autoimponía, aun careciendo de recursos y solo suministrados por vía de formación y entrenamiento militar, hizo de Venezuela, por su accesibilidad geográfica el mayor destino de recursos desde 1962; y posteriormente hacia Colombia, en 1964, a través del apoyo e instrucción del grupo guerrillero camilista ELN. Proyecto que incluso se extendió de manera frustrada hasta Bolivia, a donde se dirigió el Che Guevara una vez desembarazado de la cartera de asuntos económicos y de industria en la isla, donde habían fracasado sus intentos por diversificar la actividad agrícola del cultivo de la caña en Cuba y estimular la pequeña industria en el marco de una economía socialista ortodoxa.

Chávez creció demasiado cerca del rumor de grupos insurgentes en toda Venezuela que luchaban en contra de regímenes políticos corruptos por la justicia social y la defensa de los derechos políticos fundamentales de los venezolanos.  Ahora con el poder, y una cercanía a los Castro en Cuba que actuaban como sus mentores, su proyecto político, en el marco del “Socialismo del Siglo XXI”, le permitió formular reformas profundas en Venezuela: en primer lugar, la Constitución, con el fin de “refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica, pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado…”

Con estos objetivos en mente, mantuvo en Venezuela “políticas tendientes a favorecer a los sectores sociales de menores recursos económicos con acciones como la defensa del valor real del salario mínimo de los trabajadores, la elevación del gasto social y la ampliación de la cobertura en programas y servicios sociales, la diversificación de la actividad económica, entre otras medidas que buscaron atenuar el efecto negativo de la situación económica sobre los grupos pobres de la población”[i], lo que le valió un éxito reiterado en la urnas.

Además, -lo más notable por sus efectos en el caribe y sur del continente americano-, a través de su política exterior, pretendió convertir a Venezuela en el eje rector de un integrado y solido bloque latinoamericano para la inserción en la economía mundial bajo nuevos esquemas. Para ello consolidó alianzas con Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina.

Fue mediador y estimulador de los diálogos de paz en Colombia entre el gobierno y las guerrillas de las Farc. En el 2007 pidió a los países de América Latina y de Europa que retiraran de las listas de grupos terroristas a las guerrillas colombianas de las FARC y del ELN y las reconocieran como fuerzas insurgentes.  Este y otros pronunciamientos, desde su ascenso al poder, como el que hizo ante las Naciones Unidas en contra de Bush señalándolo del “demonio”, “huele a azufre”, lo convirtieron en un agitador y afirmante de la identidad y lucha de Latinoamérica frente a los Estados Unidos.

No obstante el auge y la consolidación del proyecto de Chávez, reflejado en su vocería en las asambleas de la OEA,  afiliación y estímulo a organismos como Mercosur, apoyo la isla cubana para sobrellevar el bloqueo económico y la desaparición de su aliado principal, la Unión Soviética, y que gracias a su mediación se consolidaran los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y la Farc, sobrevendrían hechos con signo y carácter trágico que cercaron y amenazan naufragar todo su proyecto político.

En primer lugar, igual al caso de los hermanos Castro en Cuba, el “excesivo personalismo de Chávez” (Ansaldi, pag 592) opacó el surgimiento de liderazgos sustitutos. Sobrevivió a su lado una medianía sumisa que no tenía ni sus alcances ni su carisma. Al resultar enfermo de un cáncer en el año 2012, lo que lo llevaría a dos años de tratamiento sin éxito y desaparecer como máximo líder de la transformación venezolana, su proyecto sufrió y sufre grandes dificultades para salir adelante.

El giro inesperado de la economía, en especial, la caída internacional de los precios  del barril de crudo, de donde dependía la mayor entrada de recursos para el país, causó el colapso económico y sufrió grandes limitaciones. Escasearon productos básicos de aseo y salud y el consumo eléctrico, antes subsidiado, debió racionarse.
            
Los conceptos básicos de mismo “Socialismo del Siglo XXI”, aunque abogaran por una democracia efectiva y participativa, en la práctica, fue derivando hacia un “socialismo real” de culto a su líder y ejercicio del poder vitalicio. En el caso de Nicaragua, por ejemplo, recién se consagró, en las elecciones pasadas, con Ortega y su esposa, una neo monarquía donde él reasume la presidencia y ella la vice presidencia.

Pero sobre todo, el “Socialismo del Siglo XXI”, encuentra su talón de Aquiles en su fórmula económica y en las propuestas de la determinación del valor por vías del tiempo invertido en manufactura o servicio. Ni siquiera Arno Peters, el gran maestro y conceptualizador de la “economía de equivalencias”, tiene la fórmula definida y sigue siendo un problema básico de remuneración del trabajo y circulación de valores.


Referencias
Acosta, Y. et all. 2015. América Latina piensa en América Latina. Buenos Aires. CLACSO.
Ansaldi, W. & Giordano, V. 2012. América Latina, la construcción del orden: de las sociedades de masas a las sociedades en proceso de reestructuración. Buenos Aires. Ariel.
Avila Loya, P & González Chávez, J. 2010.  Venezuela y su Socialismo del Siglo XXI. México, D. F. Centro de Documentación, Información y Análisis. Subdirección de Política Exterior.
Dieterich Steffan, H. 2001. El Socialismo del Siglo XXI.
_____________,__. 2007. Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI. 2° Edición.
Guerra, J. 2007.  El Socialismo del Siglo XXI en Venezuela: viabilidad y alternativa.  Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, ILDES, Venezuela.
Halperin Donghi, T.  2013. Historia contemporánea de América Latina. Madrid. Alianza.
Skidmore, T & Smith, P. 1996. Historia contemporánea de América Latina. Rhode Island, California. Editorial Crítica.
Soler, L. 2015. ¿De qué se ríe el pueblo? La crisis del régimen stronista en las caricaturas del Seminario del Partido Revolucionario Febrerista en Paraguay. Historia Actual Online, 38 (3). Buenos Aires.




[i] http://www.gobiernoenlinea.ve/misc-view/sharedfiles/Metas_Milenio.pdf

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