Por: Otto Gerardo Salazar Pérez
Las nuevas culturas que
se manifiestan en la escuela u otros escenarios, a cualquier nivel: orales,
escriturales y audiovisuales se relaciona con formas de abordar el conocimiento
de manera diferente en procura de propósitos colectivos: la búsqueda y gestión
del conocimiento. Maestros y estudiantes, por ejemplo, tiene una relación con
la lectura y sus formas de producción, circulación y acumulación del saber que es
diversa. Las culturas orales secundarias –saben leer pero leen poco-, obedecen
a psicodinámicas de oralidad según lo mencionado arriba; las culturas letradas,
formadas y centradas en el libro, discurren en sus modos de pensar de manera lineal
y lógica; las nuevas culturas audiovisuales y tecnológicas, tienen un marcado
modo analógico de relación y asociación. Son divergentes y creativas, difieren en
las maneras de pensar y actuar a las generaciones inmediatamente anteriores.
Lo afirmado configura
uno o varios campos de tensión. Lo que traen a colación McLuhan, García
Canclini, Eco y otros teóricos es lo que se podría llamarse un malestar de
la cultura. Un campo de tensión, de rechazo a la tradición por una parte, o
a lo nuevo por la otra.
Según Armando González
Segovia (2003), la postmodernidad, se caracteriza por varios elementos, a
saber: "fragmentación cultural en la sociedad, cambio tecnológico complejo
y veloz, saturación de información, consumo masivo de objetos e imágenes,
predominancia del hedonismo y carencia de compromiso social, culto a lo natural
y valores permisivos y light con relación a modos de vida personales".
Sin embargo, este
trabajo planteado tiene como límites el conocimiento en lo que significan la
incorporación y uso de los dispositivos tecnológicos personales: el PC, la
Table, Smartfhone, en las formas de leer.
Así la lectura en su
tecnología básica esté jugada en lo mismo: la decodificación de signos impresos
sobre cualquier superficie: tablillas de barro, cortezas de árbol, papiro,
papel, pantallas LED o LCD, etc., este cambio lleva de por sí radicales
efectos. Por ejemplo, la impresión en papel, que dio la bienvenida a las
culturas tipográficas, mediante la masificación del libro originó la lectura
silenciosa y personal. Y de ello se siguió un cambio radical en relación al
saber. Se leía un solo ejemplar en colectivo básicamente para retener el
conocimiento, para repetirlo de manera precisa. Con la lectura silenciosa y
solitaria, surge la crítica, el cuestionamiento y a la postre da en una nueva
relación con el conocimiento.
Martín-Barbero (2000:
p.105), por ejemplo, desde el campo de estudio de la Comunicación Educación,
señala:
“Un
proceso que no había tenido casi cambios desde la invención de la imprenta sufre
hoy una mutación de fondo con la aparición del texto electrónico. Que no viene
a remplazar el libro –pueden estar tranquilos los profesores que el libro no va
a desaparecer-, sino a descentrar la cultura occidental de su eje letrado; a
relevar al libro de su centralidad ordenadora, de la disposición ordenada de
saberes que la estructura libro había impuesto al movimiento de la escritura y
la lectura, esto es, su secuencialidad de izquierda a derecha y de arriba abajo”.
Excepto por algunas
pistas que da Coiro (2003) al referir la “Serendipia”; la búsqueda y el
hallazgo por azar de información, a través de múltiples y analógicos senderos
configurados por los “enlaces” que llevan de un texto a otro, no solo escritos
sin iconícos, sonoros, etc., es relativo poco el estudio que se ha hecho sobre
las nuevas pautas de relación con el conocimiento a partir de la lectura que se
da en dispositivos tecnológicos. Al saber sistemático, analítico y racional,
las nuevas formas de leer plantean nuevas formas de relación con el
conocimiento: asistemático, creativo, heterogéneo en la admisión y combinación
de códigos con marcado acento emocional. La palabra, el “concepto” que cifraba
el lenguaje escrito tradicional es remplazado por el “emoticón”.
Las posibilidades de hacer
aportes teóricos importantes a sectores amplios, como el educativo,
empresarial, comunicacional y otros desde el punto de la emergencia de nuevas
formas de leer a partir de las nuevas tecnologías, brindaría elementos de
reflexión de gran interés en la medida que traen a colación el concepto de
saber y conocimiento.
En la actualidad y con
lo que significa la incorporación refinada de nuevos dispositivos usados para
la lectura, igual, es de esperarse un remezón. No solo porque el soporte eleva
en proporciones geométricas la cantidad de oferta textual de variadas
condiciones -lo que hace imposible leer como se leía de manera tradicional-,
sino porque estas nuevas tecnologías cambian de manera radical todas las
esferas de actividad humana; Para relacionarnos, para interactuar, para
gobernar y ser gobernados, para acceder a bienes y servicios.
Sin embargo, la relación
de la lectura con el conocimiento, sigue siendo la más trascendente ya que en
ella se resuelven las demás.
Referencias Bibliográficas:
Garcia, N. (1990) Culturas Híbridas.
Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Editorial Grijalbo. México.
1990 ..
González, A. (2003) La Postmodernidad y otros conceptos en la Enseñanza de la Ciencia de la
Historia. Ponencia del VIII Simposio de Historia de los Llanos Colombo Venezolanos.
Villavicencio.
Lyotard, JF. (1991). La condición postmoderna Informe sobre el saber. Buenos Aires:
Ediciones Cátedra. 2°.
Martín-Barbero. J. (2002).
La globalización en clave
cultural: una mirada latinoamericana. Globalismo y Pluralismo. Monteral,
abril 2002.
McLuhan, M. (1962). La Galaxia Gutemberg: génesis de
homo tipográfhicus
McLuhan, M. (1996). Comprender los medios de
comunicación. Paidos Editorial. Barcelona.
Ong, W. J. (1982). Oralidad y escritura. Bogotá: Fondo
de Cultura Económica.
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