Por:
Otto Gerardo Salazar Pérez
Grupo
de Estudio Da Vinci
Grupo de Investigación sobre Educación,
Sociedad y Región, Da Vinci
La educación es el campo
de batalla donde su juega el factor básico de la sobrevivencia, la información.
Es un enfrentamiento de vieja data, pero tuvo especial definición y relevancia
en la conformación de los nuevos estados nacionales, una vez derrotadas las
monarquías. La revolución, en un principio, fue fruto de la alianza estratégica
y temporal de la burguesía emergente y la plebe.
Una vez descabezados los
regímenes feudales y triunfantes las revoluciones sobrevino el espinoso tema de
repartir el poder entre burguesía y plebe. Donde el pacto se mantuvo, se acordó
educación para todos de igual calidad, como garantía de acceso al poder y la
información; la división tripartita de los poderes y las libertades de opinión
y expresión. Cosas fundamentales. Por ello las genuinas democracias no discriminan la educación entre pública
(para la plebe) y privada (para la burguesía). Existe una sola educación como
garantía de igualdad para todos los miembros de la nación.
Las nacientes naciones
como la nuestra, que se decidieron por regímenes fraudulentos con vestidura de
democracia, se aseguraron de establecer de manera intencional sistemas educativos débiles, torpes y
fallidos como el nuestro. Forma efectiva asegurarse el poder y de contener los
sectores populares.
Basta compararlo con
sistemas educativos de países donde funciona la democracia. Educación única
para los ciudadanos, gratuidad, calidad, y pertinencia. Elementos de los que carece nuestro pomposo
sistema educativo bajo la administración del Ministerio de Educación.
Ministerio al que pueden
llegar personajes mediocres, sin formación ni experiencia. El mérito
de Gina Parody para estar en el ministerio fue ser transfuga del uribismo y
haber consignado un apreciable número de votos en Bogotá en las elecciones
presidenciales pasadas con tres representantes más.
Su manejo del Sena fue
inocuo, su formación no la acredita para la cartera que ostenta y su
intransigencia personal no la exculpa de su torpeza; ni a ella y ni al
presidente Santos quien es el directo responsable de su representación en el Ministerio.
¿Quién les va a creer
ahora el cuento y el plagio del eslogan de la gobernación de Antioquia de que
Colombia será en el 2025 el país más educado de Latinoamérica? Retórica vacía y
plagio propagandístico sin inspiración profunda y concertada con todos los
estamentos sociales.
Las cosas, de fondo, por
ahora, ni Fecode ni el Ministerio de Educación, las pondrán sobre la mesa: única
educación para todos los colombianos, gratuita hasta niveles postgraduales, calidad y pertinencia. Lo cual comienza, por
supuesto, con mejor formación y remuneración de los maestros, descongestión de
aulas y ajuste apropiado en términos pedagógicos de relación maestro alumno.
En últimas, propósito
nacional prioritario para hacer de la
educación el eslabón básico en la agenda del desarrollo del país, y a través de
ello, dignificación de la profesión docente, consecuencia necesaria de una
sociedad desarrollada, inteligente y educada.
Mientras, una población
sin educación precisamente, aupados por los medios, cuya misión es profundizar
la ignorancia, generan la sensación de que los niños sufrirán daño
irremediable, cuando las condiciones para tal daño están dadas a diario en las
estructura roídas del sistema educativo colombiano.