Coordinador
Grupo
de Estudio Da Vinci
Grupo de Investigación sobre Educación, Sociedad y Región, Da Vinci
Vista como comunidad dialógica
la Universidad tiene intereses múltiples en la comunicación. O si no los tiene
o no los percibe claros debería tenerlos. O al menos, empezar a vislumbrarlos
como factor esencial de su desenvolvimiento. Entendida como un “empresa” en el
sentido de ser una entidad que administra recursos, personas y bienes, la
Universidad debe entender la comunicación -con su cliente interno y externo- como
un indicador coadyuvante de la gestión transparente y del buen gobierno.
Es el factor que permite
coordinación y gana adhesión e implicación. Solo los sujetos mal informados,
que se sienten excluidos, caen en el desinterés. Asumen la apatía como medio de
protesta pasiva y suelen contribuir al malestar y al entrabamiento velado
mediante la inmovilidad.
No obstante, la comunicación no
es algo tan sencillo como parece, así haya sido factor fundamental de
evolución. Los organismos multicelulares, son ejemplo paradigmático de
comunicación entre múltiples células que actúan coordinadamente para cumplir funciones.
Marcó el paso de la vida unicelular a organismos compuestos. Debió ser un
esfuerzo arduo de miles de años.
Definido hoy como “ecosistema
comunicativo”, tratándose de sociedad humanas complejas que han creado y se
mueven en universos simbólicos, la comunicación es ahora un factor más crítico.
No es sólo intercambio de información, sino negociación de sentidos. La
comunicación teje la arquitectura de las asociaciones humanas y de la calidad
de esa estructura dependen la coherencia y solidez de las organizaciones.
Sin embargo, la trama
comunicativa al estar compuesta de múltiples agentes con diversos intereses en
un sistema comunicativo con jerarquías, prelaciones, hegemonías y
subordinaciones –tómese como ejemplo cualquier institución educativa- ponen en
juego relaciones de poder y se hacen evidentes tensiones.
Gutiérrez (2005) sostiene
que estas tramas no se encuentran
aisladas de la relaciones de poder, por tanto es necesario comprender que
dentro de la configuración temporal y espacial de un ecosistema de comunicación
deberán abordarse de manera privilegiada las tensiones entre agentes,
componentes, contextos y objetos que en la búsqueda de su propia supervivencia
y en la confrontación con otros llevan a cabo una lucha por el significado.
Con miras a la Reforma del
Estatuto General a la que se ha aplicado Unillanos, el “factor”, el “insumo”,
el “ecosistema comunicativo” deberá ser pasado por el tamiz de entrada y a
futuro para garantizar condiciones comunicativas adecuadas en el ejercicio dialógico
de reforma y de la esencia de lo que será a futuro la misma universidad.
Se deberá superar la mirada reducidora
de la comunicación para remplazar la visión instrumental de ella, pues no ayuda
en nada a construir un tejido que necesitamos: vivo, fuerte y perdurable y que
viene a ser la Universidad misma.
Gutierrez, E. 2005. Televisión
y escuela: comprender el ecosistema comunicativo. Comunicar, número 025. Grupo
Comunicar. Huelva, España.